domingo, 19 de abril de 2009

AVENTURAS Y HUMORADAS DE LOS ERUDITOS ILUMINADOS, II






No creo, como advierten en sus comentarios el "Estudiante de filología" y el "Partidario de Lope", que la pensionista "Sigismunda, la Viajera" se burle de Martín de Riquer al citar su falta de entusiasmo poético (y de humor, añadiría) al leer el Viaje del Parnaso, del tan celebrado y siempre marginado poeta, Cervantes.

En la exposición sobre los "Iluminados catalanes", que se celebra en la Casa de la Caritat (CCCB), encuentro a faltar una sección (otra más, no, por favor, exclaman unos visitantes exhaustos) dedicada a los eruditos catalanes, desde Pompeu Fabra al folclorista Aureli Capmany, desde Milà i Fontanals a Joan Coromines, desde la saga de los Blecua (a los que también podríamos considerar de Barcelona) a Martín de Riquer, desde Francisco Rico a Lola Badia, Victoria Cirlot, Carme Riera, José Mª. Micó, Luisa Cotoner...

Unos, divertidos, incluyendo algún soneto apócrifo, de propia mano, en la edición crítica de la obra poética de Quevedo, por ejemplo; otros más serios, también más aburridos. Pero todos lanzándose notas bibliográficas unos a otros, creando un nuevo estilo literario a pie de página que, a la vez que nos explican lo que no está claro por desuso o referencia clásica a tantos mitos, dioses y musas griegas y latinas, nos divierten con las fobias y querencias de cada uno de los eruditos. Américo Castro a la gresca con Sánchez Albornoz..., Menéndez y Pelayo indagando pecadillos en los iluminados heterodoxos españoles (¡cuántos, sin embargo, se sirven aún de sus indagaciones!)..., Salvador de Madariaga regalándonos una Guía para seguir los pasos y avatares del Quijote..., Menéndez Pidal buscando, en su viaje de novios, florecillas, vocablos y versos arcaicos por aldeas y pueblos, haciendo cantar a las viejas del lugar sus canciones y romances, a palo seco, y dejando para otro día la noche de bodas.

Todos -si uno se aficiona a esas notas eruditas que pueden llegar a ser adictivas-, muy formativos y, en el mejor de los casos, también amenos y divertidos, aunque a veces, con tanto corte bibliográfico y erudito, no nos dejen disfrutar plenamente de la obra que estamos leyendo. No importa, amigos y amigas, ya la leeremos el próximo verano, pasando de notas (si aún no nos han corrompido y viciado en nuestra naturaleza de "puro lector").

Un aficionado a las ediciones críticas de los autores clásicos y modernos

2 comentarios:

albert tugues dijo...

Veo que la Pensión Ulises se ha puesto erudita. Si quieren divertirse un rato, les recomiendo los cursos de literatura europea y rusa de Nabokov. Tiene otro de delirante sobre el Quijote y su crueldad.
Bien viaje al Parnaso: en verano pueden bañarse en uno de sus lagos sin traje de baño. Sólo hay un problema: encontrarlos.

Una Lolita

albert tugues dijo...

Tanto si es con o sin traje de baño, me apunto a la erudición festiva y, no por ello, falta de rigor. Cierto, las notas bibliográficas, eruditas, a pie de página, o como se llamen en el argot académico, pueden constituir otro género literario por sí mismas. Las hay aburridas, que son un coñazo; las hay divertidas, que rompen la fatua corrección: de todo hay en la viña del señor o señora erudita.

Un cómico de la lengua