domingo, 9 de noviembre de 2008

ANÉCDOTAS EXISTENCIALES















Sören Kierkegaard, el filósofo paseante


I
Chuang-Tzu agonizaba. Sus discípulos le dijeron que deseaban honrarlo con un funeral decoroso. Él repuso: “El cielo y la tierra por féretro y tumba; el sol, la luna y las estrellas por ofrendas funerarias; y la creación entera acompañándome al sepulcro. No necesito más”
Los discípulos insistieron: “Tememos que los buitres devoren tu cadáver”. Chuang-Tzu respondió: “Sobre la tierra me comerán los buitres; bajo ella, los gusanos y las hormigas. ¿Quieres despojar a los primeros sólo para alimentar a los últimos?”

Selección de textos de Chuang-Tzu
(Introd. Octavio Paz, Ed. Siruela, Madrid, 1997)

II
Algunos dicen que, al morir, encargó que lo dejaran sin enterrar para que cualquier animal pudiera alimentarse de él; o que lo arrojasen a un hoyo y le echaran encima un poco de polvo. Otros, que lo echaran al río Iliso, para ser de utilidad a sus congéneres.

Diógenes Laercio, Vida de Diógenes, el Cínico
(La secta del Perro, trad. C. García Gual, Alianza Ed., Madrid, 1987)

III
Ha sido una justa ironía de mi parte, vivir por las calles y callejones en tanto me disponía a escribir mis obras con seudónimo. La ironía consistía precisamente en el hecho de que, a pesar de pertenecer a otra esfera en mi calidad de escritor, erraba por las calles y el mercado. Era una ironía contra los personajes de la extravagancia y de la intelectualidad hegeliana, tal como se comporta o se comportaba entre nosotros. Pero apenas la otra parte, la "abyección literaria"*, intenta hacer creer que en verdad tengo por domicilio a la calle, la ironía se desvanece al instante y yo abandono la calle.


Sören Kierkegaard, Diarios (trad. M. Angélica Bosco. S. Rueda Ed., Buenos Aires, 1955)


*Abyección literaria. Kierkegaard se refiere a la campaña de burla e infamia a que lo sometió la revista satírica "El Corsario", por cuestionar existencial y filosóficamente a la religiosidad oficial danesa representada por el obispo Mynster. Nada queda de los sermones del obispo, mientras el filósofo del paraguas, "angustiado y jorobado", sigue con sus correrías por calles y mercados de frutas y verduras.

El Espadachín Enmascarado

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