El Roto (elpais.com)
Tal
vez hayamos exagerado el concepto de lo lúdico, ese afán por la
fiesta y el juego sin fin, como si la vida fuera en todo momento un
jardín de infancia, un centro de "esplai", como decimos en
Catalunya: un disfrute del tiempo libre en compañía y múltiples
actividades, una participación en la diversión entendida también
como formación, comenta alguien en el bar.
Hemos
llegado a un punto es que todo parece un "esplai", una
diversión desenfrenada: en las cadenas de tv y en las emisoras de
radio se pasan casi todo el día gritando, bromeando entre insulto e
insulto, como si se hubieran vuelto locos de burla y alegría,
explica el periodista en paro.
En
el escenario de la política está sucediendo cada vez más. Hay
muchos que van en busca del espectáculo burlesco, cínico, a la caza
brutal del adversario, cuenta la vidente del barrio.
Incluso
el juez Marchena se ve obligado a pedir contención, que ya está
bien de risitas e "interjecciones populares", añade la
cuñada del dentista.
Me
gustó más y me pareció más congruente el rigor argumental de
Carme Forcadell, explicando pormenores del Derecho Parlamentario, que
no la espontaneidad teatral de Jordi Cuixart, considera el politólogo
del barrio.
Ya
parece usted un jurisconsulto romano, replica el humorista.
Quienes
estuvieron fenomenales fueron Mariano, con su talante impertérrito
galaico, Soraya, con su mueca indescifrable, que da un poco de yuyu,
la verdad, y Montoro, el mágico, con su control remoto-financiero
sobre el misterio de la compra de urnas y otros gastos del maldito
Referéndum, replica la vecina taxista.
Lástima
que no supieran casi nada de lo ocurrido, ni de los gastos, ni de las
urnas, ni de las colas para ir a votar en familia, ni de los heridos,
apunta la sobrina de la peluquera.
Volviendo
a la diversión grupal, a "l'esplai" de nuestra querida
sociedad, vemos que donde hay un jaleo ensordecedor es en el negocio
multinacional del arte, donde ese jaleo es condición imprescindible
para atraer a los inversores a comprar todas esas mediocridades
vendidas como geniales, a precios de locura, comenta la nieta del
anarquista.
Incluso
en el mundo de la poesía, ¡oh, herejía!, donde no hay inversores
(es público y notorio), ya hace un tiempo que se valora y se
aconseja, en lecturas y presentaciones de libros, que poeta y
presentador monten algo circense, alguna que otra payasada que haga
reír al público asistente. ¿Qué poeta no ha hecho alguna payasada
en el ruedo social, en el ámbito poético, no digo en su vida
privada, que ese es otro circo que no viene a cuento)?, opina el
poeta romántico del barrio.
¡Marchando,
caña de cerveza y una de poesía a la vinagreta, digo de
mejillones!, pide la dueña del bar.
¿Sigue el juicio contra los traficantes de la playa independentista?, pregunta un turista coreano que viene, dice, de comer unos churros de la calle Banys Nous y pide una copa de cava .