La
mala educación y las frases ofensivas crecen y se multiplican en los
Parlamentos, en las tertulias, en los medios, en las calles, en lugar
de la palabra y el razonamiento, comenta el politólogo del barrio.
Es
más fácil y rentable para algunos el conflicto, el fanatismo
destructivo, la dictadura violenta de las ideas sobre la democracia,
añade el periodista en paro.
¡Vivan
las cadenas para contestatarios, comunistas y los masones de Verdi!,
exclama la cuñada del dentista.
¿Que
no le gusta la ópera?, bromea la sobrina de la peluquera.
Gritar,
imponer, no es hablar e intentar entender al otro, dialogando, apunta
la nieta del anarquista.
Demasiado
lejos quedan los diálogos de Sócrates, Platón y sus amigos,
advierte el poeta romántico del barrio.
No
sean ilusos, el hombre ha sido hecho para destruir, primero, a los
débiles, y después a todos los demás, incluidos animales,
minerales y plantas, con el mar como gran cementerio, replica la
vidente del barrio.
¡Marchando,
cerveza y futuro quemado, digo, sardinas a la brasa!, exclama la
dueña del bar.
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