Halloween,
la castañada, víspera de Todos los Santos, el dulce de mazapán de
los huesos de muerto, "panellets" en Catalunya y una copita
de licor Moscatel, dice la dueña del bar.
Pasado
mañana, 2 de Noviembre, es el Día de los Difuntos, de los Fieles
Difuntos, como dicen algunos calendarios, comenta, la cuñada del
dentista.
Visita
al cementerio, subir flores a los nichos utilizando una escalera
metálica, muy pesada, e intentar pasar un rato con los difuntos. En
algunos cementerios, amenizan la visita con música clásica en vivo,
indica la sobrina de la peluquera.
En
fin, cosas de vivos y muertos, y de los más vivos, que hacen negocio
con todo, con la vida, con la muerte, con la política, con las
guerras, con la miseria, con las cenizas, dice el politólogo del
barrio.
¡Castañas,
boniatos asados y panellets de “La Colmena”, exigía mi madre a
sus novios, se ríe la hija de la bibliotecaria.
Fiestas
sagradas que se han vuelto profanas, ¡todo es una vergüenza y
mediocridad mercantilizada!, exclama la fiscal del barrio.
Por
una vez estamos de acuerdo, todo se banaliza, ya no queda nada
sagrado que respetar, nada poético, todo es vender y comprar,
comenta el poeta romántico.
¡Cuidado
con las cenizas!, que son sagradas y no pueden ser arrojadas al mar,
que es pecado reposar en el mar, tumba de tantos emigrantes ahogados,
replica la nieta del anarquista.
Los
vendedores de flores y dulces temen unas ventas más bajas este año,
con la crisis. ¡Pero no hay descuento ni el día de los muertos!,
advierte el humorista.
Muertos
vivientes, cadáveres resucitados, esqueletos que andan, calaveras de
calabaza iluminadas, murciélagos volando, ratones que salen de las
tumbas, cabezas partidas por un hacha, corazones acuchillados,
risotadas de vampiro, aullidos del hombre lobo, bocas sangrantes, ¡no
me dirán que esta vida no es una comedia grotesca!, sentencia la
vidente del barrio.