Entra
un desconocido en el bar del barrio y reparte unas hojas: El panfleto de las 4 preguntas, es el título. La
sobrina de la peluquera se sube a una silla y lo lee:
¿De
qué sirve proclamar el derecho a un trabajo digno, si luego no hay
trabajo, o el poco que hay en el mercado es temporal y esclavizante?
¿De
qué sirve proclamar el derecho a una vivienda digna, si luego no hay
vivienda, o la poca que hay es temporal e indigna?
¿De
qué sirven esos políticos que legislan y proclaman el derecho al
trabajo digno y a la vivienda digna, si luego esos derechos no se
cumplen nunca, aunque estén redactados en las constituciones de los
países?
¿Por
qué en esos países se incumplen alegremente los derechos, por
costumbre, y, por el contrario, se hacen cumplir los deberes a
rajatabla, por tradición?
“La
libertad, a rajatabla”, esto lo decían mi abuelo y sus amigos,
apunta la nieta del anarquista.
La
hermana del informático lee en el móvil la versión digital del
Diccionario de la Real Academia Española: “A rajatabla: De manera
estricta, precisa o rigurosa. / A toda costa y resueltamente, pese a
los riesgos o dificultades.”
A
rajatabla, los deberes, y en cuanto a los derechos, un momento, sí,
“vuelva usted mañana”, canta el humorista.
Mariano
José de Larra, autor descatalogado, me dijo un día una editora,
advierte la librera del barrio.
Aquí
todos vamos a rajatabla y estamos descatalogados, fuera de sitio,
fuera de lugar, dice la vidente del barrio.
Para
“fuera de sitio”, la exposición en El Born sobre Franco y la
dictadura, comenta la hija de la bibliotecaria.
La
Fundación Francisco Franco también rechaza la exposición ofensiva contra el Caudillo, ¡montado a caballo y sin cabeza!, interviene la cuñada
del dentista.
Ya
no se respeta nada y se tiran huevos y pintura contra todo, indica la
fiscal del barrio (que no es fiscal, sino una vecina que fiscaliza,
aclara una vez más el poeta romántico, por si acaso).
Es
una denuncia, señoras y señores, es una denuncia de la dictadura,
una denuncia contra “la banalización de la dictadura”, como
escribía Vázquez Montalbán. Una exposición muy interesante y
necesaria, opina el politólogo del barrio.
Malos tiempos para la lírica, como en los tiempos de Larra, como ahora y siempre, sentencia el poeta romántico.
¡A
rajatabla, marchando otro carajillo!, anuncia la dueña del bar.
Juana Furió: Crónica de barrio con personajes muy representativos.
ResponderEliminarRamon Bosch Boada: Servir, servir... no sé si sirve, pero sirve para esclavizar, sirve para dejar a la gente sin techo, sirve para internacionalizar y sirve para que, a rajatabla, se sienta uno indignamente a rajatabla, de manera sobre estricta, sobre precisa i sobre todo rigurosa.
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Maribelondo Poesía Evidente
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