martes, 2 de agosto de 2016

PROHIBIDO EL PASO

Por las mañanas salgo a correr por una montaña que está cerca de mi casa, pero cada vez me encuentro con más pasos prohibidos, dice la hermana del informático.
¡Pues cambia de montaña!, exclama la madre de la hija okupa.
¿De qué sirve estimular la salud y la autonomía del cuerpo si luego hay caminos vedados que te cierran el paso y no te permiten avanzar libremente?, pregunta la nieta del anarquista.
Eso de la autonomía del cuerpo y el paso libre prohibido por un reglamento superior, se parece al barullo constitucional que tienen allí montado, indica el politólogo del barrio.
La autonomía a medias viene de una democracia a medias, apunta el poeta romántico del barrio.
¡De barullo nada, politólogo, y cuidado, poeta, que tenemos desacato!, interviene la fiscal del barrio.
Vivimos siempre a medias: trabajo a medias, vivienda a medias, amor a medias, salud a medias, solidaridad a medias, democracia a medias, en fin vida a medias, dice la vidente del barrio.
¡A medias vivirá usted, que yo soy ciudadana con plenos derechos y vivo en un Estado monárquico independiente, y no como otros, que quieren girar la tortilla!, exclama la cuñada del dentista.
Para hacer una buena tortilla, hay que tener huevos de calidad, apunta la hija de la bibliotecaria.
Mi madre compra huevos de payés, dice la sobrina de la peluquera.
¡Todo a medias, excepto los recortes y las deudas!, exclama la dueña del bar.
Siempre el mismo cuento, narrado a medias por un idiota, como decimos en el teatro, concluye el humorista.

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