Imagen: www.pinterest.com
Aquel día, cuando salimos del bar, parecíamos dos siluetas recortables de papel, como aquellas que de niños recortábamos para construir la figura de un soldado con sus armas, o de una muñeca con sus vestidos y zapatos, o de indios a caballo con sus flechas y vaqueros con sus pistolas, también a caballo. Cuerpos frágiles que apenas se mantenían en pie una vez pegados todos los miembros y construidas las figuras de papel.
Éramos, pues, dos figuras recortables deambulando por la calle, a la espera de no sabíamos qué.
O sí que lo sabíamos, pero no era un buen momento para hablarlo..., para decir que un día vendría la muerte con sus tijeras y nos recortaría la vida para coleccionarla en su álbum. Como si realmente fuéramos siluetas recortables de papel, figuras impresas en una lámina aguardando el corte inapelable de unas tijeras.
Si alguna cosa sabemos todos es que la muerte, con sus tijeras, no dejará de visitarnos. No sabemos cuándo, ni cómo, ni dónde nos alcanzará. Pero la vemos ahí, acechándonos y provocándonos miedo, no solo por nuestra muerte, sino por la de aquellos que amamos y que antes o después de nosotros, acabarán como figuras de papel
ResponderEliminar