Foto: J.X.
Despellejarse
hasta llegar al alma, y largarse, decía un amigo en el bar, cuando
estaba animado y tenía ganas de hablar.
Primero
te despellejas, decía. Te quitas la piel a tiras.
Luego,
vas reduciendo la cobertura de carne, hasta que se transparentan los
huesos.
Agujereas
los huesos, te adentras, con palabras que alumbren, por las
callejuelas oscuras que conducen al lugar donde está aprisionada el
alma.
Rompes
las cadenas y la rescatas.
Regresáis.
Camino de vuelta por las callejuelas oscuras.
Atravesáis
los vacíos de los huesos, hasta llegar a la superficie transparente
de la carne. Levantáis un trozo de piel que aún no había sido
despellejada, apagáis la luz de la palabras, y os largáis para
siempre, como agua del río.
No
gritéis, no es necesario gritar, que el adiós sea inaudible,
que
no se sepa la causa del dolor. Para qué...
Si em permets la broma, "gallina de piel", que diria en Cruif.
ResponderEliminarUn poema que t'arriba i et fa mal, i fins i tot aquest adéu silenciós, et deixa una mica trist.
És tan gràfic i aleshores tan metafòric que he passat d'esgarrifar-me amb la descripció de les tortures del cos, fins a consolar-me amb l'alliberació de l'ànima.