Fotos: J.X.
Aquel
niño descubrió el amor viendo pasear a su tía abuela del brazo de
su marido difunto, por el largo pasillo de casa, y escuchando, muchas
noches, las tiernas palabras que ambos se decían. Ésa fue su
primera sensación amorosa. El descubrimiento del amor.
Intentó revivir aquel primer amor, catorce años más tarde, con otra
persona, pero no fue posible. Eran demasiado jóvenes, y ya habían
perdido el tesoro amoroso de los niños.
No
fue hasta mucho tiempo después, buscando y extraviándose por
calles, caminos y casas, que pudo reencontrar aquel tesoro y volver a
sentir la fuerza de aquel primer amor de niño.
Así
fue durante años, cayendo y levantándose, la vida de aquel amor
funambulista, huidizo, que pese a todo se mantuvo en pie, como si
fuera aún el amor de dos niños, que encontraban y perdían el
tesoro. Unos niños con las rodillas cada vez más heridas por la
búsqueda, más peladas por el tiempo.
Pero
también esta vez se presentó la muerte y se llevó a la novia del
brazo, una tarde, por el largo pasillo de otra casa, una casa blanca
que acogía a huéspedes malheridos.
Ella,
con las rodillas peladas, se fue y le abandonó, apoyándose en la
muerte. El tesoro había quedado partido por la mitad.
Al
cabo de unos días, él dio un traspié bajando por la escalera de
una Biblioteca y cayó de rodillas sobre el último rellano.
En
una de las rodillas, que no había sangrado, le quedó para siempre
el estigma del golpe, el morado de la herida interna.
Como
cuando era niño y descubría, al final de un largo pasillo, un
tesoro amoroso. Deslumbrado, encantado por el hallazgo misterioso, se
enamoraba, caía de rodillas y no sangraba: un estigma morado en una
de las rodillas.
Como
si un resto de aquel tesoro, entre azul y morado, no quisiera sangrar
y se coagulara en el corazón, después de la caída.
ResponderEliminarLos tropiezos y caídas del amor son dolorosos, te llevan a caer y recaer, pero cuando se encuentra el amor adecuado, el que esperabas, se tienen fuerzas para curar cualquier herida en las rodillas, aunque una de ellas se resista a sangrar.
Bella narración.
ResponderEliminarUn abrazo