Con
la iglesia española hemos topado: los
católicos fundamentalistas se horrorizan al ver al Papa Francisco
participando en la conmemoración del 500 aniversario de la Reforma
Protestante. ¿Cuándo se renovarán, no sólo
sus estructuras de poder, sino también su mentalidad, sus ideas
fijas, anquilosadas en el pasado, contrarias a toda evolución?,
pregunta la vidente del barrio.
Lo
mismo cabe decir de las estructuras de poder de los partidos
políticos, que se resisten al voto libre de la militancia y los
simpatizantes, y a todo tipo de referéndum y decisión asamblearia,
añade el politólogo del barrio.
Esto
es por miedo a las locuras de los indignados, de esos rebeldes sin
causa que no saben lo que quieren, responde la cuñada del dentista.
Sólo
desacato y más desacato, quitar banderas y poner otras, no saben
hacer nada más, interviene la fiscal del barrio.
Rebeldes
con causa, señoras, rebeldes con causa, lo que pasa es que ustedes,
que tenían bien agarrada la paella, la sartén por el mango, con la
gran tortilla dentro, no quieren soltar la paella ni dar la vuelta a
la tortilla, aunque ya está más que requemada y seca, apunta la
nieta del anarquista.
Cuidado
con lo que dices, niña, sobre la sartén, la paella, los huevos y la
tortilla, que un concejal de Vic ha sido denunciado por decir que
“para hacer una tortilla habrá que romper primero los huevos”,
advierte la cuñada del dentista.
“Para
hacer tortillas es preciso romper los huevos”, creo que es una
frase que también decía el psiquiatra francés Jacques Lacan,
indica la librera del barrio.
Bueno,
bueno, y también para hacer un buen poema hay que romper más de uno
(un poema, no un huevo, no vayan a sacar conclusiones precipitadas),
recomienda el poeta romántico.
Igual
que en el circo, cuando aprendemos a hacer malabarismos con los
huevos (de gallina, no saquen conclusiones precipitadas, que diría
el poeta), y sólo después de ensayar y romper docenas y docenas de
cáscaras contra el suelo conseguimos el malabarismo perfecto,
explica el humorista.
Sartenes,
huevos y tortilla a la española, a la francesa o a la catalana, que
es también la tortilla a la francesa, según cuenta la tradición de
los catalanes afrancesados, dice la vidente del barrio.
¡Pues
marchando cerveza y pincho de tortilla "lo que sea", pero sin cáscara, que hay
que romper bien el huevo para hacer una buena tortilla, como decían
en mi pueblo!, exclama la dueña del bar.
ResponderEliminarMontserrat Olivés Miret
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Nos paraliza el miedo a disentir, a cambiar de dirección.Somos pedigüeños del aplauso, buscamos ser aceptados antes que aceptar la crítica y sentirnos fuera el rebaño (Brassens lo cantó muy bien)
ResponderEliminarMuy pocos son capaces desafiar la corriente general. Quizás por eso es tan fácil que nos manipule cualquier listillo del tres al cuatro.