jueves, 29 de octubre de 2015

LA VIDA Y LA MUERTE, NUEVAS TENDENCIAS EN LA ESTÉTICA FUNERARIA

Según informan en la cadena BTV, en el Tanatorio Sancho Dávila, de Barcelona, se van a crear nuevas tendencias funerarias para renovar tanto la forma como el color del continente funerario:

"El grupo Mèmora destinará 14 millones de euros para rehabilitar el Tanatorio Sancho de Ávila, el más antiguo de España. Las obras también implicarán cambios en el entorno de este equipamiento. Los servicios funerarios también han presentado dos coches de muertos de color blanco que se incorporarán a la flota. 
El grupo Mèmora incorporará dos coches de muertos de color blanco para desvincular los funerales a los colores oscuros con que tradicionalmente se ha vinculado la muerte y el luto. En función de la respuesta, se estudiará sumar más unidades. Éste es uno de los síntomas de una tendencia que también se traduce en ataúdes de colores más claros. Incluso, se eligen colores contemporáneos y de estilo vintage para las flores."


Tal como anuncia la empresa del tanatorio, les animamos desde aquí, desde el bar del barrio, que algún día un diseñador de pompas fúnebres pueda crear nuevas tendencias en los contenidos funerarios, no sólo en el ámbito estético. Es decir, no sólo en la decoración formal de la muerte, sino también en el interior propiamente dicho (el cadáver y su hábitat), más allá del continente diseñado por la moda fúnebre (el ataúd). Renovar, por ejemplo, el diseño interior del sepulcro o ataúd, a fin de que el contenido (los muertos, como dicen en la propaganda) puedan resucitar más cómodamente y salir entre las flores, al aire libre, sin tantas cerraduras ni estrecheces, sin tantos inconvenientes. Regresar, volver a la vida, aunque sea a este "perro mundo", con menos dificultad, sin tantos obstáculos como los vivos ponen a los muertos. 
Todo eso, que no es poco ni intrascendente, comentan algunos en el bar del barrio, dispuestos a vivir y a sobrevivir a pesar de todo y de todos. 















martes, 27 de octubre de 2015

LA MÁQUINA DEL TIEMPO, PASTELES EN LA NEVERA Y LA BUTIFARRA CONTAMINADA

Escenarios distintos, actores pillados con el paso cambiado en el teatro vanguardista catalán: unos, uniformados como policías nacionales, quieren ajustar cuentas con el pasado y entran en casa de los Pujol & Cía. en busca de pasteles sospechosos en la nevera, mientras que otros, vestidos de diputados, entran en el Parlament de Catalunya y sorprenden a todos con un pastel soberano, artesanal, ¡esto no hay guionista ni pastelero que lo supere!, exclama el humorista del barrio.
Tiempo presente, señores: "¡Alarma", advierten periódicos como La Gaceta, ahora mismo : "La mayoría separatista del Parlament inicia el golpe de Estado: En 30 días iniciarán la tramitación de las "leyes de proceso constituyente, de seguridad social y de hacienda pública" para el nuevo estado catalán. Mariano Rajoy aseguraba este lunes tener previstos todos los mecanismos legales para hacer frente a una declaración unilateral de independencia. ¿Dónde están?", se pregunta el periódico digital de Intereconomía. Alarma a la que se suman el ABC, El Mundo, la COPE y otros medios conservadores, explica el politólogo del barrio.
Y los otros, los denominados medios progresistas, ¿estarán jugando una partida de cartas en alguna bodeguilla, como hacía un novio de mi madre?, pregunta la hija de la bibliotecaria.
Seguro que los progresistas españoles, a la hora de la verdad, antes de que se rompa España, harán piña con los medios conservadores, indica la cuñada del dentista.
Regreso al pasado: La policía nacional vuelve a la casa de los Pujol y familia en busca de más pasteles, comenta la sobrina de la peluquera.
¿Sospecharán que hay más pasteles guardados en la nevera, después de los primeros registros golosos de hace meses?, pregunta la dueña del bar.
La máquina del tiempo, una estupenda novela y una película de ciencia-ficción,  apunta la librera del barrio. 
Menos mal que hay una caja fuerte, sospechosa de pertenecer a la mafia pastelera, que tenía en su casa un amigo de uno de los pasteleros imputados, indica el humorista.
Sí, señores, y que será abierta en sede judicial y no en la Pastelería del Chocolate del Loro, como ya calumniaban algunos en las redes sociales, advierte la fiscal del barrio.
Tiempo futuro, la guerra del tiempo: ¿...?, interrogantes, señala el adivino del barrio.
"Entre la piña y la butifarra, anda España", como decía mi abuelo, apunta la nieta del anarquista.
¡Nada de butifarras, que incluso la OMS ha dicho que es mala, contaminante y cancerígena!, exclama la cuñada del dentista.


domingo, 25 de octubre de 2015

CON A Y B DE OTRO ABECEDARIO

Fotografía, Janet Xirgu: Escultura (de la exposición de Beneyto en el Museu de l'Abadia de Montserrat)
Después del combate, con empate técnico, las zapatillas del boxeador, con el pie cambiado, dudando, se levantan de la lona y salen del hospital por tercera vez, pisando la dudosa luz del día, ¿de quién son los zapatillas, de quién los pies?, ¿acaso de un boxeador que tiene pies de espadachín, o de un bailarín que tiene guantes de boxeador, peso pluma, que boxea con las mariposas? 
Sale así, alargando el brazo, el pie como desprevenido, andando al azar, con el paso cambiado, después de empatar con el contrario, dicen unos. Pero ¿quién era el contrario?, preguntan otros. 
Unos dicen que se llama Ictus, el adversario. Y el otro, un espadachín, quizá un boxeador con zapatillas de bailarín, ¿cómo se llama? 
Empieza por A, dijeron unos.
No, que empieza por B, dijeron otros.
Se abrieron las puertas, con dificultad; primero una, la de abajo, de madera fortificada, pesada, pintada con figuras de perfil, goteando sobre graffitis; luego, la otra puerta, la de arriba... Zapatillas, pies, que habían llegado al barrio, dudando, siguiendo el itinerario de una Guía Urbana de Barcelona, de 1970, editada para perplejos. 
En casa lo estaban esperando. La luz parpadeaba, dudaba aún entre las sombras: ya salían a recibirle figuras, marcos vacíos y marcos cubiertos de pintura, telas pintadas en el pasillo, una tela blanca en un rincón, otra tela blanca con dos hormigas que suben y bajan por el bastidor, maniquíes disfrazados, pintados, también con el pie cambiado y apuntando al azar, fotografías, libros rasgados con dibujos, lápices gastados, cuadernos vírgenes, un bastón de Cardona Torrandell con empuñadura de hierro (cabeza aguileña de animal mitológico, puntiaguda, temible)..., y llaves, las llaves que van de una mano a otra contando historias secretas. Todos pillados con el paso cambiado.
Juegos de llaves: llaves nocturnas, que cierran, y llaves diurnas, que abren, pero que no siempre abren a tiempo el cofre mágico, la puerta de ese cuento que los vecinos principales no quieren que se abra ni se cuente a destiempo, fuera de horas, cuando llegan los poetas y el ascensor se estropea, con poeta visual dentro, aprisionado*. El cuento que tiene unas hojas medio rotas, medio pintadas, las hojas del final, y que por eso nos sabremos cómo acaba, cómo finaliza el cuento, después de abrir la puerta que no se quiere abrir. Subiendo y bajando con el paso, con el pie cambiado. 
Y las manos y las palabras acechando, dispuestas a organizar el abecedario, la vida del pie cambiado, que tropieza con la pata de la mesa y la punta de la otra realidad. El abecedario, otra vez, vuelta a empezar. Unas palabras que recitan el abecedario, la vida por orden alfabético. Y otras palabras que dictan otro abecedario, otro orden alfabético. Un plato al fondo, sobre la mesa, con rodaballo guisado por otro poeta.**
Todas las palabras, todas las letras del abecedario, unas y otras, buscando organizar de nuevo la realidad, por segunda, por tercera vez. Unas palabras que se imponen sobre otras, hay unas que dominan, hay otras que se retiran. Todas, sin embargo, intentando modificar la conducta de la realidad, unas señalando la luz, otras destacando la sombra, y aun otras en silencio, dudando, no apagándose, sino dudando de sí mismas, de las propias palabras, con el pie cambiado, balbuciendo en el laberinto de los demás. Y, entre las palabras, en una esquina del laberinto, un nombre que se insinúa, un apellido que se forma, un enigma que se descifra: Beneyto. 
Con B de Beneyto, en casa, en la calle, arriba, abajo, rodeado de monstruos de aquí, que atraviesan las paredes y todo lo oyen; musas que insinúan algo, no sabemos qué; y espectros que vienen de allá, del edificio de enfrente, que ocupan la casa y se esconden debajo de la mesa. la misma mesa con la que, en el comienzo de este cuento, tropezaba el zapato, el paso cambiado, el pie de aquí y el pie de allá.
Con A y B de otro abecedario***, con el pie cambiado, antes, ahora, después, siempre, con dos zapatos de color y un pie pisando el azar, la dudosa luz del día, con el paso cambiado, entre las musas del laberinto.


*Dato objetivo: Jaime D. Parra, encerrado en el ascensor por avería, y los vecinos protestando contra los poetas, que estropean siempre los ascensores!, exclaman. 
**Dato objetivo: Francesc Cornadó.
***Antonio Beneyto, Abecedario/Abecedari (trad.anónima), próximo libro del escritor y pintor.


viernes, 23 de octubre de 2015

MAX ERNST, ¿PRECURSOR DE LA NOVELA GRÁFICA?

Max Ernst, ¿precursor de la novela gráfica? 
Visionario de la realidad oculta. 
Oculta, pero que está ahí, arriba, abajo, por los lados, 
aquí, encima, allí, debajo. Allá. Otra vez aquí.
Realidad oculta con su poder, con su dominio tiránico, absurdo,
como describía Kafka. 

El poder monstruoso. 
Su dedo acusador matando las palabras,
creando el mal cotidiano, 
la banalidad del mal, 
sus crímenes, 
como señalaba Annah Arendt.
                                               

                                                                                                                                                                                      






Robert Crumb, Kafka


martes, 20 de octubre de 2015

FORMACIÓN PROFESIONAL PARA TOREROS, POETAS Y GUITARRISTAS


Si "Pan y Circo", en el Imperio Romano, era una diversión oficial para el pueblo, ¿por qué no puede serlo una corrida de toros organizada por partidos políticos del siglo XXI y, además, dispensando un título de formación profesional a los toreros, picadores y banderilleros?, pregunta el politólogo del barrio.
Título profesional que excluirá a esos espontáneos que saltan al ruedo por pura necesidad y afición, sin carnet de autónomo, comenta, el poeta romántico.
¡Los poetas sí que necesitan formación profesional!, exclama el humorista.
Hombre, un respeto, que los pobres hacen lo que pueden, indica la librera del barrio.
Con título de graduado y máster en toreo, incluso los diputados de algún partido, si quieren y tienen vocación, podrán ser matadores de votos, digo, de toros, dice el pitagórico del barrio.
¡Estamos como antes, "pan y circo", pero con arte y formación profesional!, exclama la nieta del anarquista.
Hablando de otro tema, interrumpe el politólogo del barrio: se rumorea que una discográfica le ha propuesto a Shakira grabar una canción de protesta, con Albert Rivera y Pablo Iglesias haciendo los coros, a cuya propuesta, siempre según este rumor, Piqué se habría opuesto, tarareando: “Nanay, que letra y música las pongo yo, y los coros el Camp del Barça”.
Esto es una infamia, otra más de esos culés rupturistas, contesta la cuñada del dentista haciendo ondear un pañuelo blanco. Es que estoy resfriada, indica sonriendo con malicia.
¡Y que me dicen de John Kerry y su guitarra española (hecha de pino alemán y palisandro de la India)), cantando unas “mañanitas” con música y letra de Margallo y coros de la Cospedal, Albiol & Arrimadas!, exclama la hija de la bibliotecaria. Igual que los coros y gritos con que se arrima mi madre a su novio, añade.
La Corona subasta un par de automóviles que le regalaron al rey, informa la hermana del informático.
¡A beneficio de Hacienda, niña, para ayudar a Hacienda, que somos todos!, ¡a ver si no manipulamos la información!, advierte la fiscal el barrio.
¡Se han fijado!, ahora los jueces reclaman independencia y separación de poderes frente a los catalanistas que se manifiestan delante de los Tribunales, ¡lo mismo que piden los manifestantes, independencia y separación de poderes!, comenta el humorista del barrio.
¡Esto es una olla de grillos!, apunta la hija que tiene una madre okupa.
¡Ni ollas de grillos ni tonterías, cúmplanse los mandamientos constitucionales, y punto!, advierte la fiscal del barrio.
¡Los Diez Mandamientos, con Charltont Helston, y las aguas del mar separándose, una película fantástica en el Cine Coliseum!, recuerda la dueña del bar.
Pero las aguas separándose milagrosa y divinamente por Moisés, ¡y no por falsos profetas y sobiranistas de tres al cuarto!, exclama la cuñada del dentista.
¿Habrá alguna vez unas tablas de la ley catalanas, bien escritas y que rimen bien?, pregunta el poeta romántico.
¡Ni tablas de surf ni carreras ni aguas separadas, que ustedes no son Moisés ni Ben-Hur!, salta la fiscal del barrio.
¡Ni Espartaco, cuidado con éste!, advierte el humorista.

miércoles, 14 de octubre de 2015

SOÑAR, NO SOÑAR, Y EL HOMBRE QUE ERA LA MEDIDA DE TODAS LAS COSAS... PEQUEÑAS

Caravaggio, La incredulidad de Santo Tomás
Un desconocido, con sombrero, zapatos de charol y calcetines rojos, deposita unos cuantos panfletos encima del mostrador del bar, pide un pincho de tortilla, unas aceitunas rellenas de pimiento, unos calamares a la romana,  unas anchoas y una cerveza bien fría y otra natural, del tiempo, para mezclarlas, dice, y obtener la temperatura ideal de la cerveza a estas horas de la mañana. Mientras va comiendo y bebiendo, nos da una tarjeta con un nombre y domicilio: El Insurrecto de la Ilustración, hoy disfrazado de Francesc Cornadó, domicilio calle Tales de Mileto, nº. 101, 3º 2ª - 0X000 Poble Nou Vell (Atlántida). 
Después de comer y beber, nos lee el panfleto el señor desconocido -que no es Francesc Cornadó, repito, pero va disfrazado de éste, y vive en la calle de Tales de Mileto, según nos dice en su tarjeta.

Apostillas al monólogo de Segismundo

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

La vida no es ninguna ilusión, ni es un paseo por la ficción. Todo es real y concreto y su final es conocido por todos. Ya sea en una carretera o en un hospital, el escenario poco importa. Un traslado del ser al no-ser, cuando se acaba el sueño y deviene la muerte.

Mientras, en esta Arcadia de autopistas y polígonos residenciales, los bienes te han producido un bienestar: comer bien, disfrutar de un ocio creativo, sentir las caricias de la primavera y del amor.

La vida no es ningún sueño y sólo son placenteros los sueños que se materializan, los demás producen angustia e insatisfacción.

Los sueños, sueños son; del mismo modo que los spaghetti, spaghetti son. Estos nos los comemos y aquellos pueden indigestarnos."
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Ahora el mitinero desconocido paga lo que debe y se va.
La dueña del bar comenta que a ella le gustan esa clase de clientes, que entran, reparten unos folletos y hacen un buen desayuno a primera hora.
¡Vamos, que usted tampoco es materialista ni nada!, exclama la cuñada del dentista.
Ver y tocar para creer, como Santo Tomás, el Apóstol, dice la librera del barrio. 
¿La Biblia aún no está descatalogada?, pregunta el poeta romántico del barrio.
En mi librería siempre tenemos un ejemplar, por si acaso, responde la librera.
No caigamos en blasfemias, que las Sagradas Escrituras estarán siempre presentes en el escaparate de una buena librería y en los buenos lectores, comenta la fiscal del barrio.
Pues ya no la veo por ninguna parte, ¡y menos tocarla!, salta el humorista parodiando a santo Tomás.
La hermana del informático, intrigada, va con el móvil a consultar Wikipedia: Evangelio según San Juan, 20:24-29: 
Aunque a Tomás se le anuncia la resurrección de Jesús, se niega a admitirla: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré." Ocho días después, Tomás toca con sus propias manos las heridas de Jesús en las manos y en su costado. Jesús le recrimina haber necesitado ver para creer.

Niña, pareces Jaime Balmes, el jesuita, comentando la Biblia, apunta la librera del barrio.
Mi madre acabó mal con un novio jesuita que había estudiado con un tal padre Gironella, que daba clases de teología en la Balmesiana, y pretendía demostrar matemáticamente, dibujando en una pizarra, la existencia de Dios, explica la hija de la bibliotecaria. Ese novio quería convencer también a mi madre, matemáticamente, que él no podía trabajar, y acabaron mal.
La existencia de Dios dibujada y demostrada, tiza en mano, en la pizarra, ¡esto es bárbaro, extraordinario!, replica el poeta romántico.
Últimamente veo por aquí un ambiente muy faltón y descreído con las instituciones religiosas y civiles, como la COPE, el PP, los jesuitas, etc., advierte la fiscal del barrio.
Yo tengo un sueño, decía Luther King, hay que soñar, señores, hay que soñar, aunque sea pintando en una pizarra, indica el poeta romántico del barrio. Si no soñáramos, aún estaríamos en la prehistoria.
Donde ya dibujaban bisontes y cazadores, no lo olvide, soñador, le recuerda la dueña del bar.
Hay que ser poeta, soñador, pero no "somiatruites" (sueñatortillas), decía el poeta catalán Gabriel Ferrater (cito de memoria, que la tengo mala), interviene la librera del barrio.
"Si no pedimos lo imposible, no habrá nada posible", decía mi abuelo, apunta la nieta del anarquista.
Esto me suena a Mayo del 68: "la imaginación al poder", "sé realista, pide lo imposible", apunta el pitagórico del barrio.
Como los sobiranistas de aquí, que piden lo imposible y les sale rana, bromea la cuñada del dentista.
¡Y acaban montando un circo, una juerga de desorden público y desacato, como ayer delante de los tribunales de Justicia y en la Plaza San Jaime!, evoca la fiscal del barrio.
¿Años después de que fusilaran a Companys, entre otros?, pregunta la sobrina de la peluquera, que no puede disimular que es cupera.
Querida niña, vas por mal camino, mejor sería que cantaras coplas y no fueras con novios cuperos cantando revoluciones y desobediencias, le aconseja la cuñada del dentista.
¡Ella va con quien le da la gana, ¡a buenas horas, mangas verdes!, como decía mi madre, exclama la nieta del anarquista.
Cuidado con lo de "mangas verdes", cuyo origen procede de la antigua Santa Hermandad (vigilantes vestidos de verde), hoy Guardia Civil, y podría haber desacato a la autoridad, advierte la fiscal del barrio.
¡Vamos, como en las Ramblas y la Vía Layetana en los años 60!, contesta el periodista del barrio.
En los años 60-70 había un sacerdote en Barcelona, famoso por sus conferencias, que decía que el meditaba mejor, e incluso aumentaba su fe, después de comer y beber bien, explica el politólogo del barrio.
Si el hombre sólo come y bebe y todo lo demás, ¿de dónde ha salido el arte, la poesía? ¿Del vientre?, pregunta la nieta del anarquista.
"El hombre es la medida de todas las cosas", cita el pitagórico del barrio.
"El hombre es la medida de todas las cosas pequeñas", añadía Vázquez Montalbán en un manifiesto, dice la hija de la bibliotecaria.
"Como tú, piedra pequeña, como tú", canta Paco Ibáñez, dice la hija que tiene una madre okupa. 
Soñar, a escala, sin quieren, a escala, sin grandes utopías ni delirios de grandeza, pero soñar es necesario, soñar..., de lo contrario todo esto, la vida, la política, el amor, comer, beber, defecar, la muerte, todo esto sería insoportable, comenta el poeta romántico del barrio.
¡Cuidado, no tropiece una, dos, tres, cuatro veces..., y la inspiración salga volando!, exclama el humorista.
¡Por si acaso, antes de soñar, tomen ustedes un buen vermut para el espíritu, o lo que ahora llaman tapas para el cuerpo del turista!, bromea la dueña del bar.


lunes, 12 de octubre de 2015

LA GLOBALIZACIÓN DE LAS FIESTAS, STENDHAL, GANDHI Y UNA CABRA LLAMADA PABLO

Un grupo de turistas entra en el bar. Son hispanistas, profesores, dice la guía turística.
Pasen, pasen, aquí cabemos todos, invita la dueña del bar.
¡Cuantos más seremos, más reiremos!, saluda el humorista. 
Pablo Iglesias declina la invitación a la recepción de la Fiesta Nacional, anuncia en un titular el diario “El País” con motivo del 12 de Octubre, “Día de la Hispanidad", comenta el politólogo del barrio. Y además, en este artículo, cuentan la odisea de la "invitación al politólogo" Pablo Iglesias, que al parecer no le llegó por vía directa, ¡y llaman politólogo al de Podemos, como a un servidor!, exclama con sorpresa el politólogo del barrio.
Dicen que la cabra legionaria, de un año de edad, se llama Pablo, ¿no será un sentido homenaje al politólogo Iglesias?, pregunta la hermana del informático.  
El informativo de la mañana de la emisora católico-fraternal la COPE, después del insulto diario a los que no comulgan con ella (catalanistas, vascos nacionalistas, Podemos, Ada Colau, entre otros), hace también un homenaje a la cabra legionaria, de un año (¿será cabrito, no?), Pablo, mientras se ríen de los tontos y cretinos que no celebran el "Día de la Hispanidad" y dan consejos amables a Albert Rivera, de Ciudadanos, la nueva marca blanca de España, para que no haga caso de "los pelotas del diario "El País" y otros" que le rondan, explica el pitagórico del barrio.
Católica y fraternal, sí, señor, cada día me despierto escuchando sus palabras de esperanza y orgullo nacional, dice la cuñada del dentista, apasionada. ¡Y qué quiere, no vamos a ser complacientes con esos ateos e incendiarios nacionalistas, faltaría más!, exclama la cuñada.
En Rusia somos nacionalistas y politólogos, pero de otro modo, no como aquí, dice un hispanista ruso.
En nuestro país de países, EE.UU, no tenemos complejos y somos más politólogos y nacionalistas que nadie, incluso en el lavabo, o.k., pero también somos tan internacionales como nuestro idioma (con acento norteamericano), nacionalistas internacionales, abiertos a cualquier globalización de las fiestas, dice la hispanista de Alabama. 
Nosotros lo hemos sido y lo somos, aunque lo disimulamos por culpa del pasado, dice otro hispanista, alemán.
Nosotros no lo somos, opina uno londinense. Hemos sido colonialistas, yes, pero no nacionalistas, y hemos sabido rectificar a tiempo, pregúntenle a Gandhi y a los escoceses.
Nosotros igual, nada de colonialismos, dice un hispanista francés, y continuamos hablando con total normalidad nuestro idioma con los politólogos africanos de las viejas colonias, sin problemas de entendimiento, como nuestros Stendhal y Balzac, que eran muy viajeros.
Yo no soy nacionalista, dice un cliente nuevo que acaba de entrar, pero sí creo, añade, que debemos y es justo celebrar algunas fiestas nacionales que nos unen y hermanan más, aunque seamos de lugares distintos. Nuestras fiestas de la Hispanidad deben unirnos, no separarnos.
Yo no soy turista ni nacionalista, responde un vecino de Badalona, pero sí que seré independentista aquí y allá, donde sea, mientras unos dirijan la hermandad de las fiestas más que otros. No todos hemos escogido libremente esa hermandad y su administración de las fiestas.
Nuestras fiestas son otras, más nacionales e históricas, y deberíamos celebrarlas con plena satisfacción y concordia, con la mano abierta al que es diferente, ¡o imputarlo si se pone tonto!, explica la fiscal del barrio.
La hermandad debe crearse libremente y no por imposición, responde la sobrina de la peluquera.
Todos, en principio, parecen estar de acuerdo en celebrar las fiestas, comenta el pitagórico del barrio. Pero cada uno quiere celebrar sus propias fiestas. Como la Corona y el politólogo Pablo Iglesias, cada uno por su lado.
Pero unos tienen sus fiestas más arraigadas, con más fundamento histórico y jurídico, y los otros no, aunque éstos también celebren sus fiestas y las llamen nacionales a su modo, pero sin ser sólidas y unánimes como las otras fiestas nacionales, explica el politólogo del barrio. 
Usted lo ha dicho: unas fiestas que parecen furtivas y clandestinas al lado de la oficiales anunciadas a bombo y platillo militares, contesta la hija de la bibliotecaria, cuya madre tiene un novio que toca el tambor, no sólo los tambores de orquesta, dice, haciendo un gesto provocador.
Tambor, un programa radiofónico de cuentos para niños, en Radio Barcelona, recuerda la librera del barrio.
¡El tambor del Bruch!, esta mañana declaran los imputados president, vicepresidenta y la consellera de la Generalitat, y hay una manifestación esta tarde en la Plaça Sant Jaume,  salta y dice la sobrina de la peluquera.
¡Viva la cabra, digo, el tambor de la cabra, no se reirán de nuestros tambores, que son fijos y profesionales, no como los aficionados y eventuales de la mili de antes!, exclama la cuñada del dentista.
¡A ver quién se atreve a tocar ese tambor subversivo, serán cuatro gatos y el portero!, advierte la fiscal del barrio.
Es mejor no tener ninguna fiesta oficial ni tambores nacionales, decía mi abuelo, indica la nieta del anarquista.
Tienes razón, niña, pero siempre que uno no quiera imponerme sus tambores y quitarme los míos, contesta el pitagórico del barrio.
Es lo que yo decía, las fiestas deberían unirnos más y así aprenderíamos a celebrarlas juntos, a toque de tambor, como la fiesta taurina, apunta el humorista.
¡De taurina, nada, que ya tenemos "correbous" y "gralles!, no tambores, responde la hermana del informático.
Veo que tenemos un problema de fiestas, toros, bueyes, cabras y tambores, apunta el periodista del barrio.
Y de jurisdicción festiva, no lo olvide, señor periodista, jurisdicción festiva constitucional, advierte la fiscal del barrio.
¡Ah, si es constitucional, punto en boca, y marchando cerveza del país, digo, constituida aquí y constitucional allá!, dice la dueña del bar, haciéndose un lío constitucional con la denominación de origen de la cerveza.
Los hispanistas, antes de despedirse, comentan que no han entendido muy bien de qué hablaban los clientes habituales del bar. Serán nuevos términos, mezcla de anglicismo, galicismo, castellano, lengua trovadoresca y variantes occitanas, le comenta el hispanista alemán a la guía turística, que es de Qatar, como el ¡Barça, y olé!, nos dice cantando antes de despedirse y salir del bar.
¡Creo que uno, el alemán o el ruso, se ha ido sin pagar!, comenta el humorista a la dueña del bar, bromeando.
¡No hable mal de los turistas, que son nuestro pan de cada día!, advierte la dueña del bar.
Yo no entro ni salgo en ese negocio, contesta el poeta romántico del barrio.
¡Ni yo!, añade la nieta del anarquista.
"Urnas y democracia imputadas", dicen unos. "Ellos se lo han buscado", dicen otros. "¿Hay que cumplir aún las leyes franquistas y otras de hogaño parecidas a las de antaño?", preguntan otros, más barrocos. Democracia, legalidad, legitimidad y la ley del embudo, comenta el politólogo del barrio, que no se llama Pablo, ni Pablos, el buscón. 












viernes, 9 de octubre de 2015

ODAS, VÍRGENES, FUEGOS ARTIFICIALES, LA MARSELLESA Y EL NOVIO AUSTRALIANO

"Rouget de Lisle, compositor de La Marsellesa, cantándola por primera vez" (Wikipedia)
Supongo que el próximo lunes celebrarán todos la Fiesta Nacional, y que no se irán a la playa, pregunta el politólogo del barrio.
¿Pero que no pasó ya el 11 de Septiembre?, pregunta la sobrina de la peluquera.
¡Qué 11 de Septiembre ni narices, el señor politólogo se refiere al día de la raza, el 12 de Octubre, Fiesta Nacional y del Pilar!, responde la cuñada del dentista.
¡Poca broma con lo nacional, no debemos avergonzarnos de ser lo que somos, con bandera, himno y corona constitucionales, y hay que ir a los festejos de la capital con orgullo patrio, como recomiendan los contertulios de la COPE!, advierte la fiscal del barrio.
Así, pues, hagamos odas, como la de Carles Aribau, comenta el poeta romántico.
¡Quién es éste!, ¿un vecino de la calle Aribau?, pregunta la cuñada del dentista.
No, señora, es  Carles Aribau, que escribió la Oda a la Pàtria cuando vivía en Madrid y añoraba su tierra, y que fue publicada en el periódico "El Vapor" en 1833, explica la librera del barrio.
¡Vaya memoria!, exclama la dueña del bar.
La hermana del informático mira Wikipedia en su móvil: 
"Oda a la Pàtria. Aribau había publicado en 1817 unos Ensayos poéticos en castellano y desde 1826 trabajaba en Madrid para el rico negociante catalán (marqués y banquero), Gaspar de Remisa. En 1832 sus empleados decidieron celebrar su onomástica presentándole a su jefe «algunas composiciones en varias lenguas» y a Aribau le tocó el catalán", dicen en Wikipedia, informa la hermana del informático.
¡Vaya, otro banquero, y resulta que esta oda patriótica es una felicitación para el día del santo del jefe, San Gaspar, lo que nos faltaba!, dice la fiscal del barrio.
Siempre han sido asuntos domésticos, problemas de la vida cotidiana (impuestos, carestía de alimentos, falta de vivienda) los que dan lugar a revoluciones, ¡fíjense en la guillotina en Francia!, argumenta el politólogo. 
¡Donde esté el Pilar, que se quite La Marsellesa y La Moreneta!, exclama la cuñada del dentista.
¡Y luego dicen que no son nacionalistas!, exclama la sobrina de la peluquera.
No sea ignorante, señorita peluquera, que ya el rey Alfonso XIII decretó en 1918 como "Fiesta de la Raza" el 12 de Octubre, Virgen del Pilar, que luego se ampliaría a "Día de la Hispanidad" y fiesta nacional en un decreto de 1958, explica la fiscal del barrio.
¿Durante la transición?, pregunta la hija que tiene una madre okupa.
Hija, que eres muy joven, y confundes las épocas, dice el poeta romántico del barrio.
Mi abuelo no tenía esta confusión y acabó en prisión, salta la nieta del anarquista.
¡Algo habría hecho, seguro que era catalanista!, responde la cuñada del dentista. 
No empecemos, que el lunes es fiesta para todos y habrá vermut especial, anuncia la dueña del bar.
¡Me apunto!, dice el pitagórico del barrio.
Lástima, no estaré, me voy a la capital a ver los fuegos artificiales que se organizan este día, indica el periodista del barrio.
¡Oiga, no provoque hablando de fuegos artificiales!, advierte la cuñada del dentista.
No, mujer, el chico tiene razón, esta año se celebra en la capital la fiesta nacional con fuegos de artificio y petardos, incluso lo anuncia Carlos Herrera en la COPE, aclara la fiscal del barrio.
Ah, bueno, siendo así, no pasa nada, ¡es que hay tanta broma y mala intención!, exclama la cuñada.
Para bromista, el novio que mi madre tuvo hace unos años, que era fabricante de petardos y él mismo un petardo, el pobre, que me regalaba bengalas mojadas para la verbena de San Juan, cuenta la hija de la bibliotecaria.
¡Robos de cable de cobre, sabotajes de fibra óptica y bengalas mojadas para la verbena, qué país éste, sin vigilancia y bromista!, contesta la fiscal del barrio.
¡Oiga que no era de aquí el novio, que era australiano, bueno, de padre turco y madre china, pero nacido en Australia!, replica la hija de la bibliotecaria. 
¡Y canguros, ahora tierra de canguros!, añade la fiscal del barrio. 
¡Mientras no sean separatistas!, apunta el humorista.
¿Los canguros no son esos animales que llevan bolsa?, pregunta la cuñada del dentista, socarrona.
¡Menos canguros y más consumición, que tenemos el puente largo de la Virgen, como dicen en la COPE!, exclama la dueña del bar.

jueves, 8 de octubre de 2015

EL COLEGIO DE MONJAS, EL CONTENEDOR DE LIBROS Y BASURA, LA MUCHACHA, BENEYTO Y EL CRONISTA


Como ya viene siendo habitual  a lo largo de los años, ayer tarde me encontré con el pintor Beneyto por la calle, ambos merodeando al azar por el barrio (no en vano somos vecinos del Barrio Gótico, antes llamado Barrio de la Catedral y que hoy podríamos llamar Barrio de los Turistas a pie, en bicicleta y otros artilugios electrificados. En esta ocasión, lo vi junto a una muchacha, bajo la lluvia, ambos buscando libros en el contenedor de la basura de un colegio de monjas. Este colegio dispone de una residencia para estudiantes universitarias, pero no diremos el sagrado nombre, puesto que la muchacha, estudiante de Historia, reside allí y se había atrevido a recuperar, con toda clase de precauciones, algunos de los libros -títulos de Tolstoi, Ortega y Gasset, Unamuno, Josep Pla, entre otros que habían sido arrojados a la calle-, con la buena intención de volverlos a entrar y guardarlos escondidos en la habitación de la residencia, en una verdadera operación secreta, como nos advirtió indicándonos con la mano, casi en silencio, que vigiláramos el nuevo interfono del colegio a través del cual podían estar escuchándonos. 
Ahora la lluvia comenzaba a caer con más fuerza, y los tres, para evitar que los libros y nosotros mismos quedáramos empapados, llevamos el contenedor de la basura hasta el portal del colegio, en el que afortunadamente no había nadie al estar ya las clases cerradas. Continuando, pues, con nuestra labor de basureros de libros, estábamos ahora los tres bajo refugio y metiendo las manos hasta lo más hondo del contenedor de las monjas, extrayendo libros, separándolos del polvo, la mayoría títulos de la famosa colección popular de RTVE, algunos de la colección Austral y unos cuantos de otras editoriales. Por ejemplo: una Antología Poética, de Quevedo, Romace de lobos Sonata de primavera/Sonata de estío, de Valle-Inclán, Cantos de vida y esperanza, de Rubén Darío, Recuerdos de niñez y de mocedad, de Miguel de Unamuno, un sorprendente Junto a la tumba de Larra, del vanguardista y falangista Ernesto Gimenez Caballero, etc.
 Destacando sobre todos ellos, unos inmensos volúmenes ocupaban casi medio contenedor, ¿de quién serían, de qué autor?, se preguntaban los tres buscadores de tesoros, mientras nuestras manos, a modo de garfios, no sin esfuerzo y salpicados aún por la lluvia (recuérdese), conseguíamos poco a poco subirlos y sacarlos a la luz. Éste era, al descubierto, el misterioso peso de aquellos volúmenes..., eran..., ¡oh, sorpresa!, dijimos al unísono, asustando con nuestra exclamación a unos turistas que también se habían refugiado en el portal y que nos miraban perplejos, sin saber si éramos delincuentes, basureros o vagabundos que manoseaban dentro de un contenedor..., eran, sí, ahora lo veíamos claro, cuatro volúmenes de la Historia de la Literatura Universal, de Martín de Riquer y José María Valverde. Nos quedamos atónitos, estupefactos, una edición de lujo, profusamente ilustrada, como advirtió Beneyto abriéndolos y proyectando ya seguramente personalizar sus páginas con dibujos descoyuntados y colores postistas. 
Después de ciertas dudas a causa del peso de los volúmenes y de la lluvia, Beneyto decidió llevarse, con la aprobación de los otros dos buscadores, tres de los volúmenes (unos seis kilos de peso aproximadamente) y algunos títulos más de otras colecciones. Le dije que esta vez no podía acompañarle a casa como transportista (tenía un compromiso ineludible con el supermercado, dada la hora, y el consiguiente peso con que volvería a casa, más los libros que me iba a llevar). No podía, pues, acompañarle y regresar juntos, como hemos hecho en tantas ocasiones, por ejemplo una noche, al volver de ACEC, cuando descubrimos un maniquí arrojado a la calle Petritxol, al lado de una galería de arte, un maniquí triste, con las articulaciones dañadas. Lo recogimos, le limpiamos el polvo con hojas de periódico (tuvimos que sacrificar unas hojas de crítica literaria del suplemento Babelia) y lo trasladamos a su casa, él, Beneyto, cargando cabeza, tórax, un brazo y una pierna del maniquí, y yo el otro brazo y la otra pierna, como si fuéramos un cuadro surrealista viviente de Dalí o De Chirico, o quizá, nunca se sabe, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, agazapados en medio de la noche. 
La estudiante de Historia, al escuchar nuestras palabras y calibrar el volumen y peso de la columna de libros beneytiana, se ofreció a acompañarlo hasta su casa, y se fueron ambos bajo la lluvia. De este modo, me quedé solo en el portal, junto al contenedor, y seguí manoseando libros mientra esperaba que dejara de llover. Antes de despedirme del contenedor e ir al supermercado, aún tuve oportunidad de aconsejar a un abuelo y a su nieto, que se habían acercado al contenedor, curiosos, y les recomendé un libro de prehistoria de Luis Pericot y Juan Maluquer, que el nieto se guardó para ver las imágenes, dijo, y les mostré otro volúmen, El difunto Matías Pascal, de Pirandello, que al final, entre dudas, el abuelo decidió arrojar de nuevo al contenedor.
Seguía lloviendo y el supermercado aún estaba abierto.











miércoles, 7 de octubre de 2015

NUEVO TALLER DE ESCRITURA PARA POETAS ATREVIDOS, LAS 100 PESETAS DE QUEVEDO Y EL GRAN PISCATOR

El poeta romántico del barrio, para obtener un complemento extra a sus escasos ingresos económicos (también trabaja de jardinero eventual), ha decidido crear un taller de escritura poética. Como propaganda, ha distribuido unos folletos por el barrio con el siguiente programa de estudios:

Dos individuos artistas o poetas, cuando son independientes, ¿pueden tener una relación más libre entre sí, e incluso llegar a formar pareja estableciendo una relación de mutua dependencia, sí, pero ahora más enriquecedora?
Dos oficinistas o poetas, cuando gozan de independencia en sus respectivas empresas, ¿adquieren más responsabilidad y colaboran mejor en la tarea común?
Dos poetas, en suma, ¿acaso no reclaman independencia poemática para distinguirse el uno del otro?
¿La dependencia poética no genera esclavitud entre las personas poetas, como se da a menudo en la dependencia amorosa a lo largo de la historia o mala historia de cada uno?
¿Dónde está la creatividad y la responsabilidad de cada uno, en tanto que autor (¡y no digamos como amantes!) si somos dependientes, si estamos sometidos al poder creativo y generativo del otro?
Aplíquese esto, pues, a la poesía: A mayor independencia poética, mayor libertad creativa y reconocimiento mutuo de la obra poética de cada uno.

Todo lo demás es perder el tiempo y la poesía.
No se interprete este programa o cuestionario políticamente, aunque tampoco estaría de más hacerlo extensivo alguna vez a otras actividades menos o nada poéticas, a modo de ejercicio práctico de la independencia en la vida y en la obra de cada uno. 
Sólo hay, justo es decirlo, una obra negativa y peligrosa en el orbe o mundo poético: cuando ésta, por egocentrismo del sujeto poético o poeta en cuestión, se vuelve intolerante e imperativa y quiere, por extensión, acabar con las obras poéticas de los demás, con toda clase de envidias, sabotajes de poemarios, guerras internas de antología o antologías y crucifixiones literarias por antonomasia. 
Accedan, pues, libremente, por un precio módico, a los cursillos de este taller de escritura poética, y sean algún día poetas independientes, responsables de la propia obra, y no vates (supuestos vates, como diría el Gran Piscator de Salamanca), vates o supuestos vates, pues, con voz imperiosa a la par que unificadora, mediante dogmas discriminatorios y antologías de la peor ley, de la diversidad poética de los demás poetas, sobre todo de aquellos que la tengan y la reclamen para sí.

En el bar de barrio reina la perplejidad al leer el politólogo este folleto en voz alta, y alguien pregunta si el poeta ausente (que no ha venido hoy al bar, quiere decir) se habrá tomado más de un carajillo de "Anís del Mono" antes de escribirlo.
¡O de "Ron Pujol"!, añaden la cuñada del dentista y la fiscal del barrio, con mala intención.
¡O de "Coñac Soberano"!, exclaman al unísono la dueña del bar y el humorista, con mala intención también (suponemos).
El poeta romántico del barrio sigue ausente, y la nieta del anarquista y otros clientes habituales no han venido hoy al bar, y no se sabe si pasará por aquí Yanis Varoufakis, invitado estrella a la D.O. Europa (¿denominación de origen europea?) que se celebra hoy en el sitio del Born, Barcelona, comenta la dueña del bar, ilusionada.
¡Ni sitio ni sitia, en el "Mercado del Borne", querrá decir!, puntualiza la cuñada del dentista.








lunes, 5 de octubre de 2015

EL SÍNODO 2015, EL CANTAR DE LOS CANTARES, LA TIENDA DE MODAS Y GAYS INDEPENDENTISTAS EN EL VATICANO

Ahora resulta que Francisco, el Papa, tampoco acepta ciertas independencias y expulsa del Vaticano a un sacerdote polaco por no ser dependiente del dogma católico y tener pareja de su propio sexo, ¡que además dicen que es catalán e independentista!, informa el periodista del barrio.
¡Por favor, sólo nos faltaba eso, catalanes gays independentistas en el Vaticano, y polacos!, exclama la fiscal del barrio. ¡Salen independentistas por todas partes, como las setas!, añade.
¡Visca, estamos de moda, como las setas!, grita la sobrina de la peluquera.
¡Cómo va a ser cura un gay, además con novio catalán e independentista, hasta ahí podríamos llegar!, se queja la cuñada del dentista.
Pues dicen que el rey David y Jonatan, en algunos versículos de la Biblia..., apunta el poeta romántico del barrio.
¡Calle, calle, por favor, eso y el Cantar de los Cantares, puras maledicencias sobre el Antiguo Testamento, y parece mentira que usted, todo un poeta, se haga eco de tales burlas y calumnias!, replica la cuñada del dentista.
Señora, usted no entiende de metáforas, contesta el poeta romántico.
Creo que del Cantar de los cantares hay una traducción de Fray Luis de León, indica la librera del barrio. Descatalogada, por supuesto, añade sonriendo. 
Hay que cumplir los votos del sacerdocio y respetar la doctrina que imparte el Derecho Canónico, ¡y no se hable más!, esto no es como ir a votar cada cuatro años, ¡y si te he visto no me acuerdo!, interviene la fiscal del barrio.
¡Y además hacer exhibición del concubinato ése en vísperas del Sínodo de la Familia, y poner en apuros a Francisco, es un escándalo!, replica la cuñada del dentista. 
Diógenes vivía en un barril y era más independiente que todos nosotros juntos, apunta el pitagórico del barrio.
¡Ya, el síndrome de Diógenes, que es el que tienen todos ustedes con tanta independencia transgresora!, responde la fiscal del barrio.
Yo aún dependo de mis padres, y es una lata, indica la hermana del informático.
Pues, mira, yo soy independiente desde que acabé la formación profesional y no me puedo quejar, le dice la sobrina de la peluquera.
Ya lo tengo decidido, quiero ser dependiente, no quiero ser independiente, sino dependiente, dice la hija que tiene una madre okupa, de cuyas independencias y caprichos amorosos está un poco harta. Ahora con un okupa, ahora con otro, y siempre cambiando de casa y okupando otra, ¡y nunca sabes dónde para!, añade la hija de la madre okupa.
Así me gusta, hija, nada de independencias mal llevadas, mi hijo es dependiente de una famosa tienda de modas, de alto standing, en el Paseo de Gracia, y le va muy bien y pronto okupará, perdón, ocupará, con c, un alto cargo, informa la cuñada del dentista.
¡Dependiente de una famosa casa de modas, a ver si le va a salir cura vaticanista!, dice con malicia el humorista.
Mi madre sí que tiene un novio dependiente, pesado, que le escribe mensajes en catalán, pero cuando lo trae a casa y le hablo de independencia o del referéndum de Escocia, se pone rojo de ira y se le dispara el brazo, ¡como si lo tuviera articulado, y casi toca el techo con lo alto que es, él, no el techo!, salta del taburete la hija de la bibliotecaria y lo imita.
¡Un día te van a empapelar!, advierte la fiscal del barrio.
¡Niña, a ver si te caes con la broma del novio y la madre!, le advierte la dueña del bar.
Señoras y señores, calma y buenos alimentos, no confundamos la independencia personal y profesional con la otra, ya saben, la otra, cuyo nombre es mejor no pronunciar.
¡Pero que no es el 2 de mayo el día de la Independencia y el 12 de octubre el Pilar, día de la Raza, o qué!, interviene el humorista del barrio.
¡Fiestas de guardar, con tapas y vino, y no como otras, con gaseosa!, exclama la dueña de bar.