Un
vecino del barrio, ebanista, de madre judía, entra en el bar y nos
lee un panfleto que ha escrito un amigo de un primo suyo, que dice así:
"Que EE.UU no
envíe más armas a Israel, y, sin declararlo públicamente, que
ayude a Palestina, y que desaparezca ya, de una vez, la tierra que da
cobijo a esos individuos errantes que nunca han sabido cuál era su
tierra".
¿El
amigo de tu primo es judío y escribe esas cosas?, pregunta la dueña
del bar, alarmada.
Sí,
pero está algo enfermo, no cree en nada, y piensa que lo mejor para el
pueblo judío sería la autodestrucción, responde el ebanista del
barrio.
¿Después
del holocausto, la autodestrucción? ¿Está bien de la cabeza ese
amigo vuestro?, pregunta la sobrina de la peluquera.
Sí,
está algo enfermo, ya lo he dicho, pero no está mal de la cabeza,
responde el ebanista. Ésta sería una manera de acabar dignamente,
dice el amigo de mi primo. Ya no habría que seguir viviendo
perseguido y odiado por todos: cuando no nos defendíamos de los
nazis, nos llamaban cobardes; ahora que nos defendemos, nos llaman
nazis. Nadie se pone nunca a nuestro lado, hagamos lo que hagamos,
molestaremos siempre: no hay más salida que la autodestrucción. Eso
es lo que dice.
¿Y
no sería mejor y más práctico vivir en paz con los palestinos, dejar de atacarlos y
crear un Estado Palestino?, pregunta la nieta del anarquista. Es
terrible, insoportable, que los llamados países civilizados aún
recurran a las guerras, añade.
"Si quieres la paz, prepárate para la guerra", advertían ya en la Roma
Imperial, comenta el politólogo. Siempre habrá guerras, es algo que
va con la naturaleza humana. ¿Quién no ha querido destruir a veces
a algún vecino, familiar o compañero de trabajo? Y además, está el negocio del armamento, añade el
politólogo. En fin, cosas de la naturaleza humana, que diría el Marqués de Sade: "La pasión criminal pasa de un siglo a otro disfrazada de justicia, de religión" (decía más o menos, cito de memoria).
Este
amigo dice que la paz nunca será posible, indica el ebanista. Siempre habrá alguien o
países que querrán arrojarnos de aquella tierra, exterminarnos.
Nunca podremos vivir en paz, y por eso lo mejor es la
autodestrucción, una autodestrucción digna, y así ya no
molestaremos más con nuestra maldita presencia. Maldita. Así, con la desaparición de la faz de la tierra, incluso algún día
podremos ser recordados y elogiados por nuestro acto supremo: la
autodestrucción, responde el ebanista.
Vaya
delirio el de este amigo! Por cierto, ¿los judíos también tienen
primos en sus familias?, pregunta el humorista del barrio.
Como
el ebanista no responde, interviene el poeta romántico del barrio y explica que en la Biblia aparecen familiares de toda índole y
condición.