lunes, 4 de julio de 2011
LA PEQUEÑA VENDEDORA DE CERILLAS Y POEMAS
Llueve. Salió a vender las últimas cerillas, entregó los últimos poemas (en poesía, ya lo sabemos, ni se vende ni se compra, y los poetas viven del aire).
Sale a la calle, pasan las horas y hace frío, la pequeña cerillera enciende las cuatro o cinco últimas cerillas, enciende los tres últimos poemas o la última página de un cuento para calentarse las manos. Pero al doblar una esquina, de súbito, una corriente de aire helado apaga las cerillas y los poemas y todo se vuelve ceniza. Pero es una ceniza encendida, que arde en las manos de quien la toca, aunque llueva.
.......................
Nota. La nieta del anarquista acaba de leer este cuento breve y le dice a la vendedora del kiosco de periódicos, revistas y libros, que no todos los cuentos acaban así y que la frase final no es real, los versos y las cerillas apagadas no renacen de las cenizas, ni arden las palabras en la mano de la pequeña vendedora de cerillas, muerta de frío.
Cosas de la realidad y el deseo, le responde la vendedora del kiosco, y le regala el cuento de la "La pequeña cerillera", cuya portada se ha mojado con la lluvia.
El suplente del cronista
comentarios - Mostrar entrada original
ResponderEliminar.........................
Tomé de Burguillos dijo...
Cerillas, poemas, dibujos, todo se resolverá en polvo, como decía Lope de Vega en un soneto.
3 de julio de 2011 11:06
fatalista dijo...
Cuando tienes cerillas no las necesitas, cuando las necesitas no las tienes.
3 de julio de 2011 11:07
Lope dijo...
El soneto citado es del Licenciado Tomé de Burguillos, y no mío. Que cada uno cargue con sus sonetos y haga de su capa un sayo.
3 de julio de 2011 11:13
quevedesca dijo...
Andar de capa caída.
3 de julio de 2011 11:13
gongorino dijo...
Presumen de sonetos y hacen de capa rota.
3 de julio de 2011 11:17
Dicc. dijo...
capa rota.
1. f. coloq. Persona que se envía disimuladamente para algún negocio de consideración.
Dicc. RAE
3 de julio de 2011 17:49
ateneísta dijo...
Esto parece la Pensión del Ateneo Cervantes.
3 de julio de 2011 17:51
el licenciado dijo...
LO QUE HAN DE HACER LOS INGENIOS GRANDES CUANDO LOS MURMURAN
(...)
este hidalgo lebrel, sin hacer caso,
alzó la pierna, remojó la esquina
y por medio se fue su paso a paso.
3 de julio de 2011 18:05
Lo que realment cuenta: la pequeña vendedora de cerillas, muerta de frío. Lo demás, erudición para distraer a los pelados de frío artificial o aire acondicionado.
ResponderEliminar