viernes, 4 de febrero de 2011
¿ERA PANFLETO O POEMA?, SE PREGUNTABAN ESTA MAÑANA EN EL BAR
La sobrina de la peluquera del barrio abre la puerta del bar, entra y nos muestra el panfleto que se ha encontrado en la calle, y le pedimos que nos lo lea aunque tenga la voz acatarrada:
Y lee:
Coche grande, coche pequeño, sube y baja el telón, sueldo congelado, reducido, cabeza mínima de jíbaro, ilusionismo en la bolsa grande y en la bolsa pequeña en el escenario mágico de la Bolsa, sube y baja el telón, el Banco que sigue siendo banco, pero con menos suspensión y más baches, y la Caja que es y no es caja, sino todo lo contrario, el Seat-600 que sube cuestas y baja pendientes en la carrera de vehículos históricos: automóviles de coleccionista, motocicletas de anticuario y bicicletas de segunda mano, todo coordinado y supervisado por la señora Aparecida Merkel, más allá de las playas, las rocas y los bosques, donde naufragan todos los viajeros, caen las gaviotas cansadas y flotan peces envenenados, pecios y precios de objetos perdidos, restos de cuentos y poemas, mientras en Egipto se derrumban las pirámides que no se ven y en otros lugares, un poco más allá, la arena no deja ver el desierto y algunos se quejan del escaso ambiente turístico que reina en la zona y de los petardos que estallan en la noche y no dejan dormir al turista impaciente, cuando todo está marchito y quemado y la flores crecen en otra parte, en un lugar desconocido, entre las islas del País de Nunca Jamás, pero florecen bajo tierra, tocando el mar, para que los hombres no las vean.
Esto no es un panfleto, una hoja de combate, dice la nieta del narquista.
Ni tampoco es un poema de amor como los que acumula mi hermana, dice la cuñada del poeta tenorio del barrio.
Estamos, pues, en la confusión de géneros, opina la hija kafkiana del informático, y buena lectora de Umberto Eco.
Menos literatura y más rigor informativo: este supuesto panfleto no es denuncia ni arte, no es panfleto ni poema, y por supuesto no podría figurar en la antología de poetas del barrio que está preparando, comenta indignado nuestro antólogo.
Entonces, ¿qué es?, pregunta la sobrina de la peluquera.
Ni carne ni pescado, como la sociedad misma del siglo XXI, ni una cosa ni la otra, sino la contraria, que desconocemos, nos advierte el teólogo progresista.
Ya lo decía Kafka, concluye la hija kafkiana del informático.
O un agujero negro dentro de otro agujero negro como el café, el cual está dentro de otro agujero negro de café, comenta la dueña del bar sirviendo un cortado y otro café.
Es entonces cuando entra el poeta romántico o tenorio del barrio y, no sabemos por qué, se pone a discutir sobre un préstamo con la hermana de su mujer, más conocida como la cuñada del poeta tenorio.
El suplente del cronista
Entre panfleto y poesía, la vida sigue igual. Igual de mal.
ResponderEliminarMicrorrelatador
No hay que dar gato por liebre, dice mi abuela.
ResponderEliminarEl nieto, la abuela, el gato y la liebre
Yo prefiero el gato a la liebre. Como animal de compañía.
ResponderEliminarFelina
Pase lo que pase, siempre habrá panfletarios y poetas (tenorios o no).
ResponderEliminarInsurrecta
¿A qué llamamos poeta tenorio?
ResponderEliminarAl que sírvese del verso para embaucar a lo desconocido, versificando en silla o sofá-cama.
El humorista del barrio (y versificador a tiempo parcial)
Vivimos de antiguallas.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
el circo de las ilusiones... Anita Ekberg y Mastroianni en La doce vita... Mañana, ya veremos. Buenas noches a todos en la pensión.
ResponderEliminarEx sonámbulo