sábado, 5 de febrero de 2011
YO TAMBIÉN QUIERO SER MARQUESA
Yo también quiero ser marquesa, dice la hermana del dueño del bar, y nos lee una noticia publicada en "La Vanguardia".
El Rey ha nombrado marqués a Vicente del Bosque. Don Juan Carlos ha concedido cuatro nuevos títulos nobiliarios a varias personalidades, entre las que se encuentra, además del entrenador de la selección española de fútbol que será el Marqués de Del Bosque, el premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, a quien se le ha otorgado el título de Marqués de Vargas Llosa. Los otros dos nuevos nobles son el ex magistrado del TC, Aurelio Menéndez, que será el Marqués de Ibias, y el empresario y presidente de OHL, Juan Miguel Villar Mir, que será el Marqués de Villar Mir.
¿Va en serio o es una broma? ¿Es un título honorífico o te adjuntan unas cuantas parcelas de tierra para casa, piscina, huerto y pista de tenis?, pregunta la nieta del anarquista.
No, no, es verdad, responde la hermana del dueño del bar, son los último títulos de marqués otorgados por el rey a destacadas personalidades españolas (dicen que Vargas Llosa también tiene nacionalidad española).
Pero esto es una antigualla, un título nobiliario arcaico, más cursi y extemporáneo que los poemas en verso que colecciona mi hermana, qué manía con el verso!, exclama la cuñada del poeta tenorio.
Señora, sin faltar, advierte el antólogo del barrio, que la poesía en verso es un bello ejercicio musical y de arte métrica.
¿Cinta métrica?, no sabía que los poetas también medían, como nosotras, comenta la modista del barrio.
Se trata de otra forma de medir, pero, sí, todo es medición: contar y cantar, aclara el antólogo.
Lo que habría que medir es la extensa caradura de los políticos occidentales, que ahora han descubierto que, además del Canal de Suez y el petróleo, hay dictaduras en el Próximo Oriente, dice el dueño del bar.
Si no llega a ser por internet, dice la hija del informático, los medios de comunicación tradicionales aún estarían de camino a Egipto, donde hay más problemas que pirámides. No sólo de pirámides vive el hombre ni el turista.
A ver si me dan, mientras tanto, el título de marqués del Barrio Gótico o el marquesado del Raval o el ducado del Barça, dice el humorista del barrio, que ahora entra al bar echando una bocanada de humo.
Aquí no hay humos de marqués, le reprende el dueño del bar sonriendo, ni se fuma ducados ni celtas ni marquesados de tabaco rubio, y le sirve al humorista un carajillo de Anís del Mono (sin título nobiliario aún).
El suplente del cronista
Los títulos nobiliarios se fundamentan en el odio, la venganza, la usurpación, la crueldad, la ira, el dolor, la extorsión, la represalia, el robo, la explotación, la aversión, el rencor, la malquerencia, el encono, el daño, el dominio, la barbarie, la brutalidad, la atrocidad, el perjuicio, la impiedad, el salvajismo, la violencia, el abuso, el maltrato, la sinrazón, la vesania, la cólera, el derramamiento de sangre, la estafa y la muerte. Todos estos materiales son administrados por el rey, y por hacer este trabajo cobra y nosotros le pagamos.
ResponderEliminarSalud.
Francesc Cornadó
Yo quiero ser "Marqués de la Luna" y "Grande de España y Marte".
ResponderEliminarHijo bastardo de la nobleza.
Cornadó, vaya lista de agravios comparativos! Así no hay quien reine...
ResponderEliminarEl suplente
¿Estamos aún en los tiempos de Isabel II y Espartero, en la Corte de los milagros de Valle-Inclán?
ResponderEliminarHamletiana
Yo diría que esto es cosa de los gobiernos, y que el rey no administra y se limita a cumplir con lo establecido por el gobierno de turno. No culpemoa a la corona de lo que es responsabilidad de los gobiernos.
ResponderEliminarEl príncipe gitano
Un marqués sin marquesado.
ResponderEliminarHijo de marqueses en paro
Aquí estoy, para salvarlos de la guillotina y de los poemas en prosa.
ResponderEliminarLa Pimpinela Escarlata, rimadora de versos
Comprendo que el principe Gitano hable así,porque él ostenta también título nobiliario. Pero que sepa que si el rey sólo se limita, pues habrá que limitarlo a él ya que para tan poca cosa su existencia sobra.
ResponderEliminarA la Pimpinela Escarlata debo decirle que la guillotina se oxidó demasiado pronto.
En cuanto a los agravios o mejor dicho a las cualidades de la nobleza debemos añadir:
ánsia de maldad, deseo de rapiña, anhelo de privilegios no merecidos, vagancia, pereza, incultura, oposición al progreso, mugre, caspa, notoriedad vacía de contenido, ganas de exterminio, afán ilegal de poseseión, anacronismo abyecto y más cosas que podría detallar pero que ahora no puedo porqué me voy a comer.
Salud
Francesc Cornadó
En nuestra historia está, como Juan Carlos facilito la transición, como paró a Tejero y como le dijo "que te calles" a Cornadó; perdón, al autócrata de Chávez.
ResponderEliminarUno que vivió la transición
Cambó escribió un libro sobre la "concordia", palabra, concepto que se utilizó mucho durante la transición política en España. Idea, la de la concordia, que se dijo mucho y se practicó menos, vaciada de contenido por los intereses partidistas de cada uno. Como ahora mismo.
ResponderEliminarApátrida
En Francia rodaron miles de cabezas de nobles, llegaron los revolucionarios hasta el Terror, los burgueses y los napoleónicos se hicieron los amos, colonizaron Argelia y otras tierras, explotaron y mataron hasta que se cansaron o los echaron de allá, ¿para eso rodaron tantas cabezas en el Teatro de la Guillotina, con aplausos y vivas de alegría?
ResponderEliminarLa Pimpinela Escalata
En "El siglo de las luces", de Alejo Carpentier, una novela "maravillosa" en todos los sentidos, hay una demostración terrible del poder de seducción que tuvo la llegada y la "acción espectacular", trágica y grotesca, de la "Máquina" (la guillotina) en los pueblos de las Antillas.
ResponderEliminarIlustrado