Foto: J.X.
Texto de la primera carta:
Se subía a una silla del bar y declamaba, con voz temblorosa, casi inaudible:
“Una procesión de hormigas obreras no arrastran al hoyo fragmentos de una carta de amor, sino cascarillas de semillas pegadas a una araña muerta, que servirán de alimento.
En el hormiguero (en la sociedad) aguardan el fruto del trabajo, que no es una carta de amor. Ni la necesidad de amar, sino de comer y devorar la cascarilla, la araña muerta, el corazón ofrecido en sacrificio sangrante.”
Nadie sabe lo que hacía cuando salía del bar, despidiéndose con voz temblorosa, casi inaudible, pero que se oía si te acercabas a él.
P. D. Sucedió aquí. Caían flores mojadas por la lluvia, que el barro engullía y sepultaba bajo tierra. Aquellas flores eran las mismas que luego renacieron en las ramas de un árbol seco, junto a la esquina donde ocurrió la primera muerte.
Después de tantos días, de tantas noches sin día, de tantas recaídas y muertes, al final era esto.
Al final era esto. Sin flores ni palabras. Solo en el jardín, intentando rescatar el violín roto de la novia muerta.
Texto de la segunda carta:
Más allá, en una plaza con palmeras, dos gaviota hambrientas se comen la cabeza de una paloma que no ha tenido tiempo de volar y escaparse de las garras de las dos gaviotas.
Dos hombres se ríen.
Una niña sale corriendo de la plaza, asustada.
Un barrendero recoge los restos de la paloma, y los dos hombres dejan de reír.
Quedan manchas de sangre en el suelo.
Humanidades del siglo XXI, y de los siglos anteriores y posteriores.