Foto: J.X.
No descansa. Ni sueña.
Desde el día en que todo comenzó a resquebrajarse, que ya no descansa. Ni sueña. Vive en una casa resquebrajada, donde no hay ni una sola pared que no lo esté. Todo resquebrajado. También el cuerpo, el alma, la memoria, el amor, la vida cotidiana, resquebrajados por todas partes.
No tiene dónde apoyarse. Arrojado a la cuerda floja, se mantiene como puede, haciendo extraños equilibrios de soledad con su vida resquebrajada.
Y no descansa. Ni sueña.
Cuando el silencio te cose la boca, / no puedes susurrar más palabras que éstas.
Se pone un bolígrafo en el bolsillo de la camisa, para que, en caso de accidente (caída, atropello...), el bolígrafo, con el capuchón en punta, le atraviese el corazón.
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