Foto: J.X.
Me
dijo que después de haberlo probado en dos intentos... el primero,
con una buena cantidad de analgésicos..., y el segundo, mediante
un ridículo lazo de corbata que, con el peso, se partió en dos trozos..., llegó
a la conclusión que la mejor manera de suicidarse era escribiendo
poemas.
Aunque
fuera una forma más lenta, matarse escribiendo poemas parecía en
principio mucho menos violenta que otras formas de hacerlo. Sin
sangre a la vista, por ejemplo, derramada por el suelo, o con el
cuerpo abombado y desfigurado por las aguas de un río o del mar.
Si
bien, en su caso, no era descartable del todo un hemorragia interna
dado su historial clínico de aquellos días de juventud, en que
intentaba matarse por cada amor imposible.
Por
fortuna, no abundaron esa clase de amores en aquella etapa de su
vida..., esos amores imposibles que pueden cortarte el cuello, el
corazón y el alma de un solo tajo..., y dividirlos en dos mitades,
en un corte limpio, perfecto, digno de un experto navajero en
degüellos románticos..., añadía, irónico.
De
todos modos, ahora ya lo tenía claro, insistía.
Había
apostado por esta forma de suicidio: se mataría escribiendo poemas,
se mataría poniendo una palabra tras otra, atendiendo más al ritmo
y a la musicalidad que a la rima gratuita..., como si fueran píldoras
puestas en orden o en danza para tentar a la muerte, con la excusa de
un poema -concluía sonriendo y alzando otro vaso de cerveza, a modo
de brindis.
Era
un buen amigo, y el primer novio que conocí que iba a brindar al
cementerio con la novia muerta. Simplemente muerta, no, me advierte. Fueron los secuaces del desamor brutal de su infancia quienes la
llevaron una noche al paredón de los seres anónimos y la ejecutaron
allí. Es decir, ya la habían torturado y matado antes de morir años
después.
El novio era borrachín metódico por el dolor de la ausencia, y ella era la novia, algo desdentada, que murió siendo joven aún. Ambos eran los dos novios más bellos que conocí.
*"El Portalón", una antigua bodega situada en la calle Banys Nous (Barrio Gótico), de Barcelona. La novia y el novio muertos eran clientes habituales de esta bodega, como tantos otros amigos que siempre recordaré.