Foto: J.X.
Era un pueblo acogedor y tan amoroso que a él, que se le escaparon unas cuantas palabras y algunas historias en la barra de un bar, lo arrastraron hasta un paredón y lo ejecutaron por no amar lo suficiente y por hacerlo a su manera, sin cumplir los preceptos amorosos de la localidad.
Ignoraban que estaban llevando a cabo lo que él buscaba y pedía desde hacía tiempo: que lo mataran justo en el paredón del cementerio donde le aguardaba la novia muerta, apedreada un día de Año Nuevo en la Plaza Mayor del pueblo por no creer en el dios del amor que ellos predicaban e imponían.
Quan es fica un deu pel mig, s'imposa el sacrifici; un sacrifici del qual no se'n lliura l'amat, ni l'amant i ni el mateix deu.
ResponderEliminarNo sé si són desitjables els deus, clar que, sense ells, la buidor que habitem no pot ser més inhòspita.
Mireia Puertas
ResponderEliminarRamòn Lupiañez
Jorge de los Santos