Foto: J.X.
Hay serruchos nocturnos que no surgen del sueño, sino que vienen de detrás de una pared de la habitación, y cortan el cuerpo y el alma en dos mitades.
Al despertar, ¿cómo levantarse de la cama, pisar el suelo y vivir?, ¿cómo seguir viviendo si no era un sueño el descuartizamiento y comprobamos, al palparnos, que realmente tenemos el cuerpo y el alma divididos en dos mitades?
Todo es un juego macabro. Acostumbrados a la muerte, ya ni siquiera nos horrorizamos.
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