Foto: J.X.
Desde el abandono, desde que empezó el abandono, había días que necesitaba llorar.
Pero las lágrimas se le quedaban heladas antes de asomar a los párpados. Ahí, sin cruzar el límite de los párpados, se helaban y volvían a bajar ojos adentro, acumulando cada vez mayor cantidad de frío en el alma.
Esto venía sucediendo desde el abandono.
Las lágrimas se helaban y crecía el frío en el alma desde el primer día del abandono.
Como decía él mismo, tenía un alboroto de lágrimas heladas en el alma, un alboroto de frío.
No hay nada mas doloroso que un alma helada. Sin el calor del alma nada ni nadie nos puede ayudar, solamente si tuviéramos la humildad de pedir ayuda a un alma tibia, que tuviera la temperatura adecuada para seguir viviendo, podríamos sentir cómo se derriten asomando a nuestros ojos las lágrimas que hielan el alma.
ResponderEliminarAlbert Lazaro Tinaut
ResponderEliminarTeresa Costa-Gramunt
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