Foto: J.X.
Viene por detrás y se pone a mi lado, en un taburete de la barra del bar. Nos conocimos hace ya unos cuantos días, y siempre me sorprende: hoy me dice que se siente como una hormiga.
Pero que hay una diferencia entre ellas, las hormigas, y él. A simple vista, dice, si uno las observa bien, puede ver que corren en zigzag, como sin rumbo. Aunque no es así. Ellas corren en busca de algo, alimento o la ruta de su nido, el hormiguero. Aquel zigzag, pues, que parece una correría alocada, siempre tiene una finalidad, un destino.
Él, por el contrario, que anda también en zigzag por un enorme territorio, no sabe a dónde va, cuál es su destino.
De todos modos, dice, tampoco le importa mucho a donde le lleve ese vagabundear, ese recorrido sin sentido. Sea cual sea el punto de llegada, ya sabe que no encontrará lo que ha perdido. Nunca.
Comentario de "Una lectora corriente":
ResponderEliminarLas hormigas saben a dónde van y por qué. El hombre del bar las envidia e intenta buscar con sus zigzagueos una ruta que le conduzca a un hogar, a una comunidad donde integrase y vivir, aunque sabe que tampoco ahí encontrará lo que añora.