Foto: J.X.
Se
oye el crujido de una rama.
La
ha pisado sin querer el espíritu que resbala con las flores, que
viene a leernos un cuento.
El
resto de los espíritus, la novia muerta y él se sientan a su
alrededor y escuchan el cuento. (Los espíritus, entre otras cosas,
también pueden sentarse.)
DOS
VIDAS
Eran
dos niños que se querían, un día los separaron, y murieron. Los
sepultaron en el mismo cementerio, en nichos distintos. Los días
pasaban y la gente murmuraba: los dos niños salían de las tumbas a
pleno día, jugaban y seguían queriéndose. Era un escándalo para
los vivos.
Al
final, la gente del pueblo decidió tapiar con más tierra y cemento
las dos tumbas. Y los dos niños ahora ya no salen a quererse bajo el
sol.
Pero
corren rumores de que siguen viéndose en un lugar más apartado,
detrás de las montañas, y que siguen jugando y queriéndose pese a
la muerte.
…..................................
Todos
los espíritus y la novia muerta se emocionan al finalizar el cuento.
También
él.
Todos
se sienten como enamorados, como si vivieran dentro del cuento que
acaban de escuchar.
Hermosura de cuento, de relato, de conversación con los espíritus, mi querido Albert.
ResponderEliminarY creo con firmeza que el amor sobrepasa todo obstáculo, en la vida y más allá. Y
los que aún no han encontrado su propio espíritu deberían cambiar toda su
incredulidad por el ejercicio inalterable del amor.
El mío me dice muchas veces, cuando la tristeza se me alboroza entre las horas,
que el vivir que transcurre en el amor, nada debe temer. Y menos desesperar.
El poder ejercerlo y vivirlo en medio de un tiempo y una historia sombría que
ha canjeado el amor por odio, es una ofrenda de tal magnitud, que jamás
deberá ser reemplazada por el dolor.
Hay que seguir celebrando la viva vivida en amor, aún después de lo que
para muchos son ausencias. Y rehacer la sonrisa de quien en su espíritu
tremola por saber triste a quien le sembró alegrías para siempre.
Tal vez baste vivir en el interior del cuento que acabamos de leer.