Parece
increíble que, después de tantos años de transición y democracia
y supuesta voluntad pacifista, aparezca ahora la moda de la
violencia, de acosar, pegar y, si se tercia, matar, comenta alguien
en el bar.
Sí,
transición, democracia y algo más: el terrible prestigio de la
violencia y el odio en nuestra sociedad: en demasiadas películas y
en tantas malas novelas, en las carreteras, en las calles, en las
escuelas, en las familias, entre vecinos y comunidades, en fin, en
todas partes, comenta el politólogo del barrio.
El
terrible prestigio de la agresión, de la violencia verbal en los
medios y en los partidos políticos, dice la vidente.
La
moda y el consumo de la violencia, el nuevo terror de esta sociedad,
añade la sobrina de la peluquera.
¿Algunos
grupos nacionales e internacionales sacan beneficios económicos de
todo esto, del negocio de la sangre derramada y la muerte?, pregunta
la nieta del anarquista, irónica.
Siempre
hay alguien detrás que hace negocios con todo, indica el humorista.
Maneras
de ser y tendencias destructivas convertidas en objetos deseables de
consumo, que son ideados, producidos y distribuidos mediante una
publicidad inteligente, agresiva y sofisticada que los pone de moda,
aunque sean puro veneno de consumo, explica el periodista en paro.
¡Y
no quieren que los periodistas investiguen!, exclama la dueña del
bar.
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