En
noviembre de 1978 Jaime Gil de Biedma presentó en la Galería
Serrallonga, en la calle Mercaders, de Barcelona, el primer número
de la revista Hora de Poesía, que fundamos gracias a la
convocatoria y mecenazgo de Javier Lentini, médico y poeta. Estaban
presentes, entre otros, Juan Marsé, Carlos Barral, Josep Mª.
Carandell, Carme Riera, Félix de Azúa, Antonio Beneyto, Rafael Humberto Moreno-Durán, Antonio Prometeo Moya, Ricard Creus, Esther Boix, Concha Ibáñez, José María Nunes, etc.
En
los primeros números me cuidaba de una sección dedicada a la poesía
catalana, titulada Catàleg de miniatures. Eran notas muy
breves, unas pocas líneas escritas en castellano dedicadas a reseñar
novedades de poesía catalana, prosa poética, etc., publicando en
edición bilingüe los versos de los autores citados.
Eran
notas demasiado líricas, surreales e "impresionistas",
como me indicó un día el poeta y matemático Carlo Frabetti, con
toda razón, aunque no lo acepté de inmediato. Realmente, no era lo
mío la crítica literaria, aquellas notas desmesuradas de poesía
lírica y a veces cursilona, de la que aún tardaría unos años en
liberarme, hasta que, leyendo, leyendo, encontré mi "forma"
en el poema en prosa y el cuento, en castellano, y la poesía
satírica en catalán.
Cosas
de juventud, en aquellos días en que todos éramos autodidactas,
unos más que otros, es cierto. Pero algunos, aun no siendo
universitarios de ley, deambulando extraviados de aquí para allá,
al final conseguimos el tristemente célebre carnet del SEU
(Sindicato Español Universitario, del Movimiento inmóvil) en la
entonces llamada Escuela de Graduados Sociales. Así, pues, gracias a
ese carnet del SEU ya podíamos ir a ligar a las piscinas
universitarias, situadas en la Diagonal (Avda. Generalísimo Franco),
como si fuéramos universitarios de toda la vida, sin pasado laboral
(sólo fui un día con un amigo, y ya no volvimos más, no nos
gustaba aquel ambiente de "Piscinas y Deportes", de pijos
universitarios nadadores y nadadoras).
Sin
embargo, no todo era malo: en la Escuela teníamos una buena
biblioteca, con mesa y sillones de madera noble, donde empecé a leer
el Diccionario de la RAE y el libro Hacia una ciencia general del Derecho, de nuestro profesor, Jaime (Jaume) Mans
Puigarnau, el catedrático que polemizaba en el aula con el espectro del famoso jurista constitucionalista checo Hans Kessel y su Teoría pura del Derecho, cuya autonomía jurídica, positivista, se oponía al Derecho Natural, nos explicaba el profesor, y que nosotros nos esforzábamos por entender, embelesados, atendiendo sin embargo más al ideal del amor platónico que al jurídico.
Esto
ocurría cuando todos éramos jóvenes y autodidactas, incluidos los
universitarios que no querían limitarse a lo estrictamente
recomendado por la censura, por las autoridades académicas, políticas, jurídicas y policiales.
Luis Fernández Zaurín: Tengo la colección prácticamente entera (creo que sólo me faltan un par de números). Se echan de menos iniciativas como esta... Por cierto que saludos!!!
ResponderEliminarMe gusta · Responder · Compartir · Ayer a las 9:08 · Editado
Efi Cubero: Magnífica!!
Me gusta · Responder · Compartir · Ayer a las 9:36
Teresa Costa-Gramunt: Fer història.
Me gusta · Responder · Compartir · Ayer a las 9:53
Angels Pal: Una colección única, como pocas .
Me gusta · Responder · Compartir · 22 h
Albert Lazaro Tinaut: Lo recuerdo muy bien, y tengo un magnífico recuerdo también de Javier Lentini, hombre cordial, sensible, cuilto y viajero... Pero en aquellos tiempos (¡y cómo lo lamento!) no tenía dinero para coleccionar "Hora de Poesía", de la que solamente conservo algún número. Ahora es tiempo de nostalgia...
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Efi Cubero: Tengo ganas de compartir charla y café contigo, querido Albert. Cómo recuerdo la amistad y el cariño sincero de los que ya no están, aunque estén para siempre... Un abrazo.
Me gusta · Responder · Compartir · 21 h · Editado
Pilar Plaza Arnáiz: yo también conservo con amor los volúmenes que luego publicó Editorial Laia. Me falta el primero...Miguel!!!
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A.T.:s Querida Pilar Plaza Arnáiz. ¿Editorial Laia? Por desgracia, creo que no hubo ninguna reedición de la revista.
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Juana Furió: Memorias de un poeta
ResponderEliminarMaria Jose Zafra: Me parece que siempre somos autodidactas...lo otro es deseducación.
Que privilegio poder compartir el tiempo y las ideas con este reparto de personas ¡¡¡
ResponderEliminarSalut