"Diálogo",
anuncia una. "Hay que imponer el diálogo", sentencia otro. “Simulacro de diálogo”,
declara el de aquí. “Insumisión, ruptura”, contestan los indignados. La cosa se complica, advierte la vidente del barrio.
Hay
que atajar toda esta insumisión, ¡hay que sofocarla, como piden ya
desde algunos medios!, exclama la cuñada del dentista.
Todo
es desacato y gamberrismo en este territorio, se queja la fiscal del
barrio (que no es fiscal, sino que fiscaliza, advierte la dueña del
bar, por si acaso).
Será
por algo, ¿no?, pregunta la sobrina de la peluquera.
Jóvenes
malcriados, hijos de la burguesía que van de
manifestación
en manifestación, como si esto fuera una juerga nocturna, responde
la cuñada del dentista.
Atención,
apliquemos la dialéctica, dice el politólogo del barrio: hay
revolucionarios que son hijos de la burguesía, de terratenientes,
como Bakunin, y de aristócratas, como el príncipe Kropotkin, y esto
no impide que sean revolucionarios, en esta caso anarquistas, ni que
la revolución sea una revolución, añade el politólogo
El
escritor ruso Tolstoi, que era conde y terrateniente, se hizo
socialista, de los de verdad, no como los de aquí, y se puso al lado
de los campesinos, apunta la nieta del anarquista.
“Guerra
y paz”, novela total, indica la librera del barrio.
Estamos
como siempre, guerreando siempre y pacificando nunca, se lamenta el
poeta romántico.
¡Qué
lastima, mucho Nobel de la Paz y nunca hay verdadera paz!, dice la
dueña del bar.
El
cuento de nunca acabar, apunta el humorista del barrio.
Charlan unos y charlan otros. Diálogos imposibles, tormentas en un vaso de agua. Declaraciones ante las cámaras de televisión y silencios ante el juez. Juegos de niños e insumisión TODO ES UN VERDADERO CIRCO QUE NO CONDUCE A NINGÚN SITIO.
ResponderEliminarMientras, las listas de espera en los hospitales se incrementan, la pobreza se hace evidente en las calles, los servicios sociales se privatizan, cae nuestro nivel de bienestar, se conculcan los derechos laborales, los contratos de trabajo se han convertido en contratos de explotación, la escuela hace alarde de ineficacia, nuestras universidades no destacan en excelencia y ni siquiera alcanzan el nivel de suficiencia, nuestros políticos están pringados por la corrupción, nuestros gobernantes dicen que hay que incumplir las leyes, la calidad democrática está por los suelos, el terrorismo nos muestra su barbarie y su cara más siniestra por todo el mundo, los medios de comunicación enajenan y dicen mentiras, la justicia no es igual para todos, los corruptos permanecen impunes, la sanidad no es universal ni gratuita, las mutuas médicas privadas reciben los beneficios de las privatizaciones, la educación en nuestras aulas alcanza los niveles más bajos, los escolares no consiguen entender los textos que leen, apenas se saben expresar y tienen dificultades con las operaciones aritméticas más elementales, la incultura se extiende, va desde las instituciones hasta el espectáculo político, desde el reguetón a la universidad, desde la televisión a los museos, de la prensa rosa al mundo editorial, desde el botellón a las salas de conciertos.
Si a todo esto añado cuestiones relacionadas con el derterioro del medio ambiente, la ecología, el control de la información, el ataque sistemático a nuestra intimidad y a nuestra cartera, las estafas en las relaciones comerciales, las agresiones bancarias, la violencia doméstica, la mala alimentación, el imperio de las multinacionales, etc., la lista se alarga hasta la depresión.
No, compañeros de la Pensión, la cuestión no reside en el gesto televisivo ni en la insumisión, esto son pamplinas de niñitos que juegan a politiquillos de vía estrecha.
Mentiras y burlas. Esto no lo arregla nadie.
Salud
Francesc Cornadó
Mariarosa Compta
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Mariano Sanz Navarro
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Blai Espinet
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Mariquilla Braojos Lara
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