Impactante
la potencia narrativa de la novela "Los miserables", de
Victor Hugo, intercalando en la trama de la novela, en las acciones y
aventuras folletinescas de los personajes, unos capítulos en que el
autor nos cuenta, por ejemplo, la vida de París y sus calles, el
entramado de su alcantarillado, la historia de los conventos, las
características de los pilluelos y miserables de París, nos
describe la batalla de Waterloo y otras muchas historias. Capítulos
que por supuesto eran cortados y desaparecían en muchas de las
ediciones comerciales de antes en España.
Gran narrador tradicional pero también experimental y visionario. A la manera de Rabelais, con su erudición humorística ("el pilluelo de París es un pequeño Rabelais", dice en la novela).
O a la manera de Cervantes, intercalando novelas ejemplares en su Quijote, o también Balzac en las "Ilusiones perdidas" rompiendo el hilo narrativo para ofrecernos datos sobre la historia de la imprenta y del papel, los salones literarios de provincias, etc.
O Henry Fielding con su "Tom Jones", y Laurence Sterne con "Tristram Shandi".
Y las "Almas muertas", de Gogol, las "Memorias del subsuelo" y "El doble", de Dostoievski, o de Andrei Bely, "Petersburgo", y la extraordinaria "El maestro y Margarita", de Bulgakov.
Sin olvidar las novelas de Kafka, Proust, Thomas Mann, Robert Musil, James Joyce, etc.
¿Y el gran Stendhal? Un novelista que pasa por romántico y es profundamente antirromántico, irónico, con un sentido del humor y del amor trágico y ridículo a la vez, en su "Rojo y negro", "La Cartuja de Parma", "Vanina Vanini", "Vida de Henry Brulard", entre otras. Y el humor estilístico, insuperable, de Flaubert.
En suma, y nunca mejor dicho: Stendhal, Victor Hugo, Balzac, Flaubert, Dickens, novelistas más modernos que muchos novelistas actuales, que no tienen ni su potencia narrativa ni su modernidad estética.
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