en el Club de las Sátiras y los Sátiros
(Entradas numeradas / Se reserva el derecho de admisión)
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UN
PROBLEMA DE IDENTIDAD
La
fantasma estaba turbada: tenía problemas de identidad. A veces se
sentía el fantasma, y otras, la fantasma. Con lo fácil que le
hubiera resultado ser sólo un fantasma, o solo una fantasma. Este
conflicto de identidad amenazaba su oasis de paz, cuando era un solo
ser. O un solo no ser.
El domingo, día de las elecciones, tuvo el
último problema. Salió a la calle dispuesta a encarnarse en una
mujer que iba a votar, pero una vez adentro, empezó a tener dudas.
Creyó padecer una erección, cosa que no correspondía de ninguna
manera ni a su edad, ni a su sexo. Tampoco sabía qué votar.
Demasiadas dudas para una sola mañana. Y cuando carraspeó, le
pareció que se trataba de un horrible carraspeo de hombre, no de
mujer. De modo que le dijo a la encarnación: “Usted disculpe, creo
que me he equivocado”, y se retiró enseguida dejando a la mujer
con sus dudas de votante identitaria.
Se
ajustó bien la sábana que permitía ocultar sus dudas (¿era una
sábana o un sábano?).
“Las
confusiones de identidad se traducen en el lenguaje”, había
leído en un panfleto, un programa electoral o una tesis
universitaria, ahora no sabía bien. Decidió ir a un psicoanalista
(¿o una psicoanalista? Qué horrible dilema). No quería perder
tiempo: su próxima reencarnación podría ser dentro de poco y
entonces debía tener una identidad bien definida, para no terminar
en el exilio.
El
psicoanalista –se decidió por un varón, le pareció que tendría
más carácter y más tradición, dos virtudes importantes en épocas
de confusión-, y le confió:
-No
sé si soy una fantasma o un fantasma. Eso me angustia –confesó.
El
psicoanalista la miró con preocupación. Cada vez tenía menos
pacientes, por la crisis, no era cuestión de perder uno o una nueva.
-Comprendo
–dijo el hombre. Es más: lo entiendo perfectamente. Yo mismo a
veces me confundo. Nací en Buenos Aires, desde hace treinta años
tengo nacionalidad española y vivo en Barcelona. Tomo mate, pero
bailo sardana y me encanta el flamenco. Siempre creí que era mejor
tener varias identidades y no una sola -especialmente en casos de
persecución, como ha ocurrido tantas veces en la Historia- pero
ahora, que hasta los perfumes tienen identidad, me siento raro, como
extraño.
La
fantasma lo miró con ternura.
-¿Usted
no sabe quién es o son los demás quienes no lo saben?
-Creo
que son los demás, yo, en mi mismidad, sé que soy humano, o sea,
vulnerable, frágil, susceptible a los virus y en especial, mortal.
-Eso
digo yo –dijo la fantasma, ahora más segura de sí misma. Le
gustaba el tema de la muerte-. La próxima vez que me reencarne, me
dará lo mismo si es en hombre o en mujer. Lo importante es ser, no
de dónde.
-Por
lo menos, disfrute hasta las próximas elecciones –le aconsejó el
psicoanalista.
-Ay,
ay ay –dijo la fantasma. Con tantas elecciones, tendré que comprar
sábana nueva. Y la vida no está como para gastos. La muerte,
tampoco.
Cristina Peri Rossi
R. Magritte
Para fantasmadas, las de la sesión de "lucha libre" entre España-Catalunya, como las de aquellos matinales de lucha libre que se hacían antes en El Price de Barcelona. Las más divertidas eran las que tenían "tongo".
ResponderEliminarNoticia publicada en "El Mundo Deportivo, el 25 de noviembre de 1960:
ResponderEliminarANOCHE EN EL PRICE:
"Sensacional debut de James
Brown y de Carlos Moil
En “catch a cuatro” triunfaron
Pont y Juan Manuel -
Lleno apoteóslcó en la Catedral
de las Rondas (El Price).
GRAN PRICE INAUGURACION DE
ResponderEliminarLA TEMPORADA:
Viernes, 6, a las 10’45 noche
SENSACIONAL DESAFIO entre
FRED TURNER y KAMIKAZE U.,
"La Cabellera" contra "La Máscara".
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Y en catch a cuatro:
"Los Enmascarados
HALCONES DE ORO"
frente a
"Hermanos PIZARRO".
"El Mundo Deportivo" (1960)
Y en muchos de esos combates de "catch a cuatro", los luchadores "enmascarados" apostaban sacarse la máscara si perdían el combate.
ResponderEliminarY cuando lo hacían, la iluminación del Gran Price se apagaba por fallo eléctrico y no podíamos ver los rostros de los luchadores. La protesta, los insultos y los silbidos eran tumultuosos. Pero nos lo pasábamos bien, mayores y niños como yo, que nos colábamos.
A Àngels Oliveres Serrano, Luis Nadal, Osías Stutman y 8 personas más les gusta esto.
ResponderEliminarFernández Darío :) Lo mejor el psicoanalista ¿O era psicoanalisto?
Hace 21 horas ·