La dueña del bar, esta mañana, provoca a los clientes con una frase de Felipe González en la que dice que él es "militante, pero no simpatizante" de su propio partido.
Responde la nieta del anarquista que, por lo menos, Felipe González tiene opinión propia y no dice amén a todo, como suele ser tradición sagrada en los partidos políticos e iglesias, que debes acatarlo todo si no quieres ser excomulgado por la jerarquía de turno.
Eso mismo me pasa a mí, dice el poeta romántico del barrio, que soy militante de la poesía, pero no simpatizo con los poetas y las poetas. Y huyo de todo conocimiento personal, de todo contacto íntimo que pueda decepcionarme más que sus obras.
Ud. es un puritano de la poesía, contesta el moralista del barrio, y no quiere admitir que el hombre es la medida de todas las cosas pequeñas, como decía nuestro vecino de la calle Botella, don Manolo Vázquez Montalbán. Igual los poetas, cada poema es la medida y la música de todas las cosas pequeñas, pero con vocación de grandeza.
Así pues, habrá que concluir que el poeta es un ser tan pequeño como los demás seres vivientes, pero que tiene la manía de escribir en verso y luego lo lee todo seguido!, exclama el humorista del barrio, que pide otra cerveza sin alcohol.
Ud. no es ni militante ni simpatizante, sino un burlador de poetas, el temible burlón, como aquella película de Burt Lancaster, dice la hermana de la dueña del bar.
Y el poeta romántico del barrio sale del bar dando un portazo.
Sí, yo también milito en el campo de plumas de la poesía, pero también simpatizo con los poetas. Una cosa no quita la otra, como decía mi tío abuelo, también poeta.
ResponderEliminarYo, en cambio, simpatizo con los poetas, pero no milito en la poesía, es decir, me fatiga leer sus versos, me cansa la vista y me marea esa forma tan antigua de escribir.
ResponderEliminarNi lo uno ni lo otro. Ni milito ni simpatizo. Ni con políticos ni con poetas.
ResponderEliminarConozco a políticos que leen poesía y a poetas que militan en política. Pero de simpáticos, nada de nada. Y en cuanto a oportunismo, el político siempre les lleva una cabeza de delantera, una cabeza o un cabezón.
ResponderEliminarSoy lector de poemas, pero prefiero no conocer a sus autores. No quiero más desengaños.
ResponderEliminarSé de alguien que puso la mano al fuego por un político y se quedó sin mano. Lo mismo le ocurrió a un trovador, y ahora canta con la mano quemada.
ResponderEliminarPoner la mano al fuego es de idiotas, "el idiota de la familia", decía Sartre.
ResponderEliminar¿Y si un poeta o narrador fuera presidente del gobierno español o president de la Generalitat? Pere Gimferrer, president de la Generalitat de Catalunya. Pérez Reverte, presidente del Estado español o España.
ResponderEliminarMe apunto, la poesía y la narrativa al poder. La cosa ya no podría ir peor de lo que va y además sería más divertido. Sobre todo, cuando tocáramos los presupuestos generales del Estado, la deuda pública, el déficit municipal, sanidad, enseñanza, las pensiones, los funcionarios, el paro, cultura, el CONCA.
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