domingo, 3 de octubre de 2010

EL VECINO Y LA TRANSPARENCIA

Pintura de Joan Brotat (mexcatart.)
















El hijo del lampista del barrio ha entrado de pronto en el bar, resuelto a decirlo todo, nos dice, y a explicarnos lo más claramente posible su Concepto de la transparencia. Pide una cerveza y comienza el discurso:

La transparencia no existe. Lo que se dice y nos parece haber oído, lo que se muestra y nos parece haber visto, es una ilusión, una falsa imagen, una realidad fingida por la transparencia. Esta supuesta transparencia no es más que una manipulación de la realidad, una imagen que se nos muestra de lo que realmente no existe. Este concepto de la transparencia se puede aplicar en todos los órdenes y ámbitos de la vida: en la política, la economía y la educación, en el trabajo, en la comunidad de vecinos (también en lo sentimental, si se quiere), etc.
Nada de lo que allí se diga o se muestre es real, todo es una falsa transparencia de la realidad que no existe. Lo que se piensa, lo que se desea, el proyecto político, económico, social, es la anticipación de lo que nunca existirá. La transparencia es una ficción que nos muestra lo que no existe.
Así pues, la transparecia no existe, o bien sólo existe en tanto que manipulación y muestra de la realidad que no existe, y por la tanto ambas, la transparencia y la realidad, acaban no existiendo. La vida familiar es otro tema, otra clase de transparencia cuya realidad se interpreta y se resuelve de otro modo, aunque esta transparencia no será menos conflictiva en el mercado de luces y sombras de nuestra sociedad.
En resumen, todo es humo: visión, transparencia, realidad fingida, todo es humo mientras arde la realidad, la otra realidad, la realidad real de los chispazos y cortacircuitos.

Pide otra cerveza, y se va con la transparencia y las luces a otra parte. Algunos de los clientes sonríen, otros se burlan diciendo que de tal padre, lampista, tal hijo, una transparencia o chispa eléctrica. Y otro de los clientes, el que más calla, sigue callando, con el cigarrillo apagado.

El becario del suplente del cronista

8 comentarios:

  1. Cuidado con los cortacircuitos, que avisan del peligro.

    Perito en lunas

    ResponderEliminar
  2. "Quien avisa no es traidor", dicen otros.

    El espía que surgió del frío

    ResponderEliminar
  3. Si todo es falsa transparencia y nada es real, apaga y vámonos.

    El siglo de las luces apagadas

    ResponderEliminar
  4. Yo tengo novios gracias a mis transparencias y me va bastante bien en lo sentimental.

    Frívola

    ResponderEliminar
  5. El castañazo vendrá después, cuando la transparencia deje paso a la realidad vulgar y corriente. Dicen que a Coleridge le pasó algo parecido.

    Experto en frivolidades

    ResponderEliminar
  6. Felicito al becario por su redacción, por su buen escrito filosófico, pero si las transparencias no existen, ¿qué nos queda como realidad? ¿qué es lo que vivimos? ¿dónde estamos?
    ¿quién nos quiere? un sin fin de cuestiones para llegar a la gran pregunta ¿estamos viviendo o soñamos? o como decía Calderón "... y los sueños, sueños son"

    ResponderEliminar
  7. No seamos tan frívolos. El llamado "hijo del lampista" dice cosas más serias de lo que parece. Las transparencias son falsas: las frases, los proyectos políticos brillan por su falta de transparencia. El programa político dice unas cosas y luego los políticos hacen otras. Lo que más me sorprende es que volvemos a votar a los mismos que nos han engañado. Es que el otro es peor, decimos. ¿Por qué somos tan acomodaticios, tan poco ambiciosos, tan miedosos?

    Vecino

    ResponderEliminar
  8. Es el conservadurismo, tanto de derechas como de izquierdas: más vale loco conocido que loco por conocer... Y así va todo.

    Votante en blanco satén

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.