Fotografía: Matilda Sagan, Rostro en la pared
el país.com
El Gobierno pide al juez la alimentación forzosa de Haidar
Un magistrado acude al aeropuerto de Lanzarote para examinar la salud de la activista saharaui, que mantiene su huelga de hambre desde hace 22 días.
Nota
El gobierno español, en un alarde de imaginación política y filosofía existencial, ha decidido resolver el caso de la activista política Haidar alimentándola a la fuerza. Sin presionar a Marruecos, dejando para otro día la cuestión de la libertad de la tierra saharaui, donde aún se habla la lengua española, el gobierno ordena a los jueces que la alimenten a la fuerza, aunque ella no quiera, y que la devuelvan cuanto antes, sana y salva, a la residencia del parking.
El suplente del cronista
Gobierno pragmático. Mejor esto que nada, se habrán dicho calculando las probabilidades del voto a favor en las próximas elecciones. Ahora no toca "la alianza de civilizaciones", como decimos en Catalunya. Hay que resolver el caso de Haidar, el caso de Afganistán, el caso del caso, pero haciendo un cálculo estimativo del voto. Lo que importa resolver es el "caso del voto", al que todo queda supeditado.
ResponderEliminarIngenuos, no, gracias
¿No se tratará de una cuestión de familia? Difícil es entrar en cuestiones de familia. Los que antes eran hermanos o primos, después serán enemigos. La alianza de civilizaciones está bien, como las revoluciones, siempre que estas cosas se apliquen más allá, en tierras de Hispanoamérica o de África, y nos dejen aquí tranquilos con nuestra libertad, como observadores y comentaristas de lo que sucede allá, donde falta la libertad. Progresistas de salón bien caldeado. ¿No es suficiente nuestra valoración crítica, europea, sobre los acontecimientos de otras tierras, cuanto más lejanas mejor?
ResponderEliminarOkupa de la tierra ocupada
Señores y señoras, hagan juego: reyes, dictadores, presidentes, primeros ministros, hagan juego con los peones y no duden en aplicar el jaque mate. Luego, ya les otorgaremos el Premio al Mejor: el Nobel de la Paz, el de la Alianza de Civilizaciones, el de los Cooperantes, el del Cambio Climático, el del Paro, etc. De momento, hagan juego con la historia y premio al mejor.
ResponderEliminarCroupier de Casino Apátrida
Yo también quiero ser rey o presidente y ganar la guerra y que me concedan el Premio Nobel de la Paz y por la Alianza de Civilizaciones, u otro premio Nobel cualquiera.
ResponderEliminarAspirante al Nobel (que no es Vargas Llosa ni Gimferrer)
¿Acaso lo dudaban? El Señor de la Guerra es el Señor de la Paz, desde los tiempos de los romanos: "Haz la guerra, si quieres la paz", proclamaban. Además, ¿que sería, queridos, de la clase trabajadora empleada en la Industria Armamentística Mundial? Los Señores de la Guerra, que es la Paz, también piensan en la clase trabajadora, en el paro. Sin la industria bélica, los Señores no ganarían sus guerras y no obtendrían el Premio Nobel de la Paz, de tanto prestigio universal desde que Henry Kissinger, uno de los más preclaros ideólogos de Vietnam, lo ganara en noble lid.
ResponderEliminarQuien avisa, no es traidor
No confio en los políticos, es una cuestión racional y visceral.
ResponderEliminarLa señora Haidar se nos presenta como madre que separan de su familia,
pero que prioriza "Heroícamente" su vertiente politica.
No me fio de los politicos, ni de las personas que culpabilizan a los demás de las consecuencias de sus decisiones.
No me fio de la ONU, ni de Vicente Ferrer, ni de la madre Teresa de Calcuta... pero si me fio de un vecino mio que pensando que nadie le ve, va dejando bolsas con comida y unos € en lugares estrategicos, y también me fio de un pordiosero que además de emborracharse, busca otros parias para compartir las bolsas que recoge de mi vecino.
Las joyas valiosas están ocultas, las que lucen a la luz del sol, no son más que quincalla.
Escéptico estáis, querido Nadal. Es verdad que las joyas valiosas están ocultas, pero algo habrá que hacer cuando nos pisotean los derechos y sólo nos citan para justificar los suyos. A toda acción poderosa del más fuerte es justa y necesaria una reacción del más débil. Es la dialéctica social. El equilibrio de fuerzas. Tampoco me fío de la ONU ni de la OTAN ni de la UNESCO, pero prefiero a Teresa de Calcuta que no a Putin, por ejemplo.
ResponderEliminarEl suplente del cronista
Es muy grave que una persona arriesgue, gratuitamente, su vida; mezquino culpar a los demás de sus decisiones, y peligroso inspirar las palabras de Taleb Omar:"Si Haidar muere, se acabará la via pacífica".
ResponderEliminarY graves y lamentables las muestras de adhesión que no discuten su decisión, dejandola sola en un callejón, mediático, sin salida.
No le voy ha negar las razones que tenga en su lucha, ni le voy ha negar su derecho al suicidio, pero no me vale para resolver un conflico, el argumento de la muerte inocente. Ni la suya, ni la de otro ( y esto va por Taleb Omar).
Si no recuerdo mal, cuando Ghandi hizo sus largas huelgas de hambre y de no-violencia por la independencia de la India, a una inmensa mayoría le pareció bien: una lucha necesaria, correcta, y que además, gracias en parte a esa huelga, la India consiguió la independencia frente a Inglaterra.
ResponderEliminarTambién hubo huelgas de hambre en Irlanda por la independencia, falleciendo uno de los huelguistas.
Me parece mucho más solidaria y estratégica una huelga como ésta, pacifista, frente al Gran Poder al que pone en cuestión, ya que sería impopular reprimir al huelguista pacifista por la fuerza: es la huelga de hambre y la no-violencia como armas políticas, que utilizó magistralmente Ghandi, y luego también Luther King. ¿No es mejor que un acto terrorista, donde el activista se suicida asesinando a mucha gente inocente? En la huelga de hambre, sólo arriesga su vida el propio activista que está dispuesto a sacrificarse, a darla por la libertad de su pueblo. Es como una guerrilla pacifista llevada a la ciudad, que molesta y ofende a los ojos de los ciudadanos porque, si todo sale mal, seremos responsables todos (unos más que otros) de la muerte de la huelguista que lleva a cabo su acción en un país libre (si lo hiciera en su propia tierra, ya estaría en la cárcel o muerta y nadie se habría enterado). Claro que si esto ocurriera en un campo de batalla, lejos de nuestra vida libre, sería más asumible por los gobiernos y por los ciudadanos. La huelga de hambre de un activista lo que hace es trasladar la guerrilla del campo de batalla a la ciudad, y sin derramar la sangre de los demás. ¿Qué más queremos los ciudadanos libres?
Una joven pacifista