Foto: J.X.
Y ahora, artista vagabundo, muerta ella, recorres las calles una y otra vez, las mismas calles, sin casa propia, vas a la Biblioteca Pública, no para dibujar o para leer periódicos o libros, qué más da, como antes, ¿recuerdas?, sino para ir al lavabo, te orinas o te duele el vientre de tu destino de artista vagabundo, muerta ella, subes, bajas, recorres las mismas calles sin destino, buscando tu vida, buscando un lavabo, buscándote la muerte.
"Carne apaleada", ultrajada, cuerpo destrozado bajo las ruedas de un tren en Gelida, Arenys o en cualquier otra población, y recordarla, recordar la carne apaleada, destrozada, almas marginadas, mal hermanadas en el vacío por donde avanzas retrocediendo en busca de inocencia, de tu inocencia de vivir, cuando no había culpa ni muerte en tu primera alma.
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