Foto: J.X.
Si él no despertara mañana -se decía, mientras deambulaba solo por la ciudad-, tampoco ella podría vivir en él, en la memoria que la resucita.
De todos modos -se decía, mientras deambulaba solo por las calles-, había unas plantas que, al marchitarse las flores y caer deshojadas, conservarían el olor de la flor y la memoria de ella, de la novia muerta, al desintegrarse ambas en el polvo.
Porque es un polvo que se adhiere a las raíces, allá, en un jardín oculto regado por sangre desamparada, adonde él acudía para convivir con la soledad de las almas .
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