Foto: J.X.
Era tanto el desconsuelo que se apoderaba de él y lo remataba en mil pedazos, por fuera y por dentro, que jamás volvió a decir: “Esta boca es mía”.
Cuando ya no puedes escribir, ¿qué más puedes escribir aún?
Reptan las últimas flores hasta lo más hondo de la tierra, para que los pétalos rocen su bondad y belleza y eleven su aroma hasta el espacio amoroso más invisible y puro.
Y lo escribes como una forma de amarla en lo imposible.
Aquel decir imposible, antesala de un silencio que lo dirá todo.
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ResponderEliminarSiempre se ha demostrado que las botellas echadas por un naufrago siempre llegan. Yo creo que aún lo tienes más fácil: las palabras dirigidas al Bosque de los Espíritus.