Foto: J.X.
No tengas miedo de recordar, no temas a los recuerdos.
Escoge uno al azar. Disecciónalo, ábrelo por la mitad, o, haciéndole una cruz, divídelo en cuatro partes.
Deja que el resto menos dañado del alma lo recubra y succione el veneno que alguna de las cuatro partes pueda contener.
Porque hay recuerdos tan cargados de vida que, por culpa de una muerte, pueden transformarse en virulentos, en punzantes, al evocarlos, o por una imagen inesperada al abrir un cajón o un armario.
Sanada la parte envenenada del recuerdo, no temas volver a recordarlo.
Mientras te quede un resto de alma, podrás ir sanando las partes envenenadas de los recuerdos.
Comentario de joségarvimoreras:
ResponderEliminarYo creo que si el alma existe, el bosque de los espíritus también.
El alma podría ser como el viento que empuja la vela, aunque no veamos el viento; y el bosque de los espíritus, la tierra que aún no se ve navegando por el mar.
Comentario de "Una lectora corriente":
ResponderEliminarLos recuerdos siempre son una carga en nuestra vida, los buenos y los malos. Los buenos nos provocan ansiedad, dolor por lo pasado felizmente y que ya no volverá. Los malos, nos hacen sentir culpables de aquella acción, de aquellas palabras..., pero seguiremos el consejo e iremos calmando los dolores del recuerdo, cubriendo las partes más negras con el bálsamo del perdón.