Foto: J.X.
Resignado al absurdo del día a día y al desastre final de todo, andaba por la vida como sonámbulo, entregado, sin defensas ya, tropezando en todos los agujeros y baches de las calles, en todos los charcos y socavones que entorpecían el camino.
De tal modo, que se hundía cada vez más en ese monstruo de oquedades que era para él la vida cotidiana. Cada vez más abajo, como si hubiera tropezado bajando una escalera infinita, sin llegar nunca al último peldaño, al desastre final.
Comentario de "Una vecina de la Pensión":
ResponderEliminarSubir y bajar escaleras, hundirse en el barro, tropezar con la vida..., cualquier cosa consolaría más, como dejar que la escalera tenga fin y puedas reposar en el último escalón, vigilar los tropiezos y saltar, sin hundirte en el barro, mirar unas flores de primavera y, poco a poco, seguir avanzando siempre, apartando los obstáculos