Foto: J.X.
Me dice aquel desconocido del bar (ambos cada vez menos desconocidos el uno para el otro, aunque no sepamos ni preguntemos por nuestros nombres):
“No es hablar por hablar. No es porque sí, que uno se gira de pronto y habla con el silencio que viene por detrás.
Que habla con la ausencia que le rodea, que le envuelve con su vacío sedoso.
Y habla con el frío esquinado de las paredes.
Habla con lo que le pilla más a mano, y tiene más cerca del corazón.
Habla a un objeto en que fulge un aura que lo separa de los demás. Encontrar un recuerdo y hablarle.
No es en vano que uno habla con las paredes.
No es un hablar por hablar.”
Nos tomamos una cerveza y esta vez nos damos la mano.
ResponderEliminarA veces hablar es terapéutico, sobretodo si se habla por la necesidad de no estar solo; sin embargo, en estas conversaciones solitarias existe el riego de obtener signos, que no palabras. que nos duelan y nos trasladen a un dolor casi olvidado.