Foto: J.X.
Se busca a novio vagabundo que transgredió las normas, las buenas costumbres y el respeto debido a la tierra sagrada, al introducir furtivamente en el cementerio, en más de una ocasión, un botellín y dos copas de champán, que escondía en un bolsa entre manojos de flores y ramas de laurel. Llevaba acabo tal infracción con el propósito, impúdico e irreverente, de celebrar un brindis con la novia muerta, sin duda ella también de hábitos poco recomendables en la vida y en la muerte.
A pesar del silencio y la discreción con que se movía por el recinto funerario y celebraba los mencionados brindis, una mañana fue descubierto y denunciado por una familia que visitaba los monumentos funerarios y las ruinas del viejo cementerio.
Todo el personal puesto en alerta en días posteriores, el transgresor, no obstante, consiguió eludir, no se sabe cómo (quizá disfrazado de turista y con barba postiza), la trampa que los funcionarios le habían tendido. Finalmente, un sábado estuvo a punto de ser detenido, pero consiguió evadirse del recinto corriendo entre la tumbas y encaramándose a un ciprés, cuyas ramas colgaban fuera del muro y daban a la calle, por donde huyó.
Es opinión general del comité de funcionarios, que ese novio vagabundo e irreverente no ha vuelto desde entonces a cruzar el cementerio. Por si acaso y como medida cautelar, la novia muerta ha sido traslada a otro alojamiento.
Se agradecerá la colaboración ciudadana.
Quien facilite noticias del transgresor será recompensado con el título de propiedad de un nicho durante 15 años, prorrogables, y sin gastos de mantenimiento.
ResponderEliminarEn general los transgresores no son comprendidos por la sociedad "normal", actúan con actos escondidos y pocas veces pueden huir como en el caso del novio de las copas y el cava, casi siempre pagan su infracción. Y en este caso su castigo será no encontrar la tumba de su novia muerta, no saber a dónde la han trasladado.
Este relato es estupendo y me recuerda a un amigo.
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