EL ARTE DE LA CAZA DE LA PERDIZ CON RECLAMO

Viñeta: El Roto, elpais.com

Paradojas de la historia: ese voto que, en democracia, no sirve para construir, para crear más libertad, sino para destruir, para cercenar la libertad desde dentro, desde la propia democracia, votando a esos grupos o partidos que irán transformando la democracia en dictadura, blanda o dura, según sea la exigencia de la sinrazón del momento histórico, comenta un desconocido en el bar.

¡Plato! ¡Voto!, nueva forma de cacería, advierte la sobrina de la peluquera.

¡A por ellos!, quiero decir y digo, exclama la cuñada del dentista.

¡Sin más blandenguerías ni taxis furtivos!, añade la vecina taxista.

La caza y el voto. Todos convertidos en cazadores, a la caza del otro, del diferente, replica el periodista en paro.

La caza, una película de Carlos Saura que ya hablaba de todo esto, indica el politólogo.

Mientras corra el voto y no corra la sangre..., advierte el poeta romántico.

No sea tremendista, responde la hermana del informático.

Como diría un novio pijo de mi madre, cantante de rap los fines de semana en Cadaqués: “Que la sangre no tiña de azul las aguas del río contaminado”, apunta la hija de la bibliotecaria,

Éste llegará lejos, hasta la próxima esquina y con patinete, contesta la nieta del anarquista.

Sostiene Groucho: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”, recuerda el humorista.

¡Marchando, empanada gallega, jamón del país, calamares a la romana, “botifarra con bolets” y vino del Tío Pepe!, exclama la dueña del bar.