domingo, 2 de diciembre de 2018

HUELGAS DE HAMBRE, Y CAINISMO CONTEMPORÁNEO


Como ya es de esperar en los países cainitas, donde el sueño de la razón produce pesadillas y monstruos a mansalva, han comenzado los insultos contra los presos que hacen huelga de hambre: "gordos que hacen régimen, así guardarán la línea, ¿y no la hacen los otros gordos?", y otros insultos similares o peores, comentan algunos en el bar.
¿No será por ser políticos y catalanes independentistas?, pregunta con sorna la nieta del anarquista.
No, mujer, qué cosas de pensar, contesta la sobrina de la peluquera, también con sorna.
¡Estupendo, así se multiplicará el independentismo republicano!, exclaman unas chicas y chicos que han entrado en el bar.
No me extrañaría nada, añade la hermana del informático.
¿Quieres decir?, pregunta la hija de la bibliotecaria
Las huelgas de hambre, las haga quien las haga, por mucho que algunos se burlen e insulten, a la larga generan una corriente general de solidaridad -aunque los huelguistas no sean de los “tuyos”-, por el riesgo de enfermedad y muerte a que se arriesgan, indica el periodista en paro.
Nada, nada, qué apechuguen con lo hecho, ya se apañarán si quieren ponerse enfermos o morir de inanición, es su problema, advierte la cuñada del dentista.
Bien dicho, cada uno a lo suyo, añade la vecina taxista.
Si tanto insulto hay, como dicen, ¿no será también esto delito de odio?, pregunta la hija de la bibliotecaria.
No. El delito sólo es de odio cuando se burlan de mí y de mis ideas, ¿acaso no has ido a la escuela de pago?, replica el humorista.
Caramba, esto se pone más feo que una reyerta de poetas después de una antología o un concurso de poesía, comenta el poeta romántico del barrio.
Ya lo decía mi abuelita, que no era poeta, pero tenía un novio que rimaba y la poetizaba, ya me entienden, explica la dueña del bar.

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