Dos
dialogan en el bar. Al cabo de unos instantes, uno ya niega la
existencia del otro. Ese otro cuestiona la existencia del primero. El
diálogo desaparece. Razones y sentimientos construyen dos monólogos,
que se van separando cada vez más de la palabra dicha y escuchada.
La imposición de uno y otro, cada uno según sus fuerzas, no logrará
recuperar la comunicación, y se irá pudriendo el valor de las
palabras, manipulándolas hasta perder el sentido justo de las
mismas: haciendo decir a las palabras lo que no dicen, comenta la
vidente del barrio.
¡Y
sólo se habían tomado una cerveza!, exclama la dueña del bar.
Ferran Aisa Pàmpols
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Isabel Miñones: El pan nuestro de cada día.
ResponderEliminarMe gustaMostrar más reacciones · Responder · Ayer a las 8:39
Mariarosa Compta: Sí, senyor!
Me gustaMostrar más reacciones · Responder · 11 h