¿Por
qué tanto afán de cárcel y tan poco afán de palabra?, pregunta
alguien en el bar.
Porque
la ley es la ley, y no hay más que hablar, replica la cuñada del
dentista.
Ah,
si no hay más que hablar, sobran las palabras, indica la vidente del
barrio.
Entonces,
¿por qué nos dicen que hay que dialogar?, pregunta la sobrina de la
peluquera.
Dialogo,
claro que sí, siempre que aceptes de antemano mi monólogo, advierte
el humorista.
¡Es lo que mi madre advierte a sus novios a los pocos días de iniciar noviazgo!, apunta la hija de la bibliotecaria.
De tal palo, tal astilla, sentencia la vecina taxista que fiscaliza en el bar.
¡Oiga, no insulte usted, que parece un tertuliano fundamentalista!, exclama la nieta del anarquista.
Calma, no añadamos leña al fuego, indica el politólogo.
Poesía, señores, tengo poesía para el nene y la nena, barato, muy barato, como anuncia Gloria Fuertes en el poema El vendedor de papeles o el poeta sin suerte, apunta el lírico del barrio.
¡Marchando,
una de monólogos, digo, una de calamares a la romana!, exclama al
dueña del bar.
Lee
la hermana del informático en el móvil: "Los calamares fritos
(en ocasiones también denominados calamares a la romana o rabas en
Cantabria, Asturias, Navarra, La Rioja y País Vasco) es un producto
frito del calamar, preparado a base de calamares fritos rebozados
en harina, que se puede encontrar en muchos bares y restaurantes de
los países que disfrutan de la cocina mediterránea y atlántica."
(Wikipedia)
"Yo pregunto a los presentes", como canta Víctor Jara, ¿de qué sirve
la cárcel para asuntos políticos?, apunta otro parroquiano del bar del
barrio.
¿Qué ocurre, qué pasa? ¿Ya no hay tapas?, pregunta un turista de Islandia.
César Sancho Pérez: La cárcel para asuntos políticos pinta poco.
ResponderEliminarEl problema es cuando para alcanzar un objetivo político se delinque.
Y ahí que hacemos? Dialogamos con quien delinque? No le aplicamos la Ley porque detrás de sus actos hay un objetivo político?
No entraré a valorar la cárcel preventiva porque no soy jurista, pero acaso no se pagará con la cárcel el golpe de estado?
Ahora le toca algunos apechugar por sus actos y a otros arreglar el entuerto.
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Un parroquiano del bar: El problema es que en Catalunya hay unos políticos que, por una vez, decidieron cumplir el programa por el cual fueron elegidos. Si la Junta Electoral, o quien sea, hubieran prohibido antes ese programa de autodeterminación, ya no hubiese podido ser votado en las últimas elecciones. O sea, a quienes gustan de la cárcel para los demás que piensan y actúan de otro modo, habrá que recomendarles que denuncien y apliquen la cárcel con antelación, así nos evitaremos tanto lío posterior, comenta alguien en el bar.
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César Sancho Pérez: Uno puede proponer la luna en su programa, no creo que sea ningún delito.
A mi no me atrae la cárcel, ni tampoco los cirujanos, ni los psiquiatras, pero son necesarios.
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Otro del bar: Pobre tradición democrática esta que se ha acostumbrado a no cumplir con los programas, con la palabra dada. De aquellos polvos, esos lodos. Pide lo que quieras, vota lo que te proponemos, que no lo vamos a cumplir. Nueva forma de democracia. dice otro en el bar.
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César Sancho Pérez: No creo que este sea el fondo de la cuestión "el programa". Ni tampoco hay que escudarse en él para delinquir.
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Montserrat Olivés Miret: ???
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ResponderEliminarMaria-Rosa Monferrer
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