lunes, 9 de octubre de 2017

CRÓNICA DE UN DÍA ROJIGUALDA

Había mucha gente, ¿no?, pregunta la dueña del bar.
Multitudinaria manifestación, millones, señora, millones, no lo sabe usted bien, responde la cuñada del dentista. Presentado como Premio Nobel de la Paz, Vargas Llosa estuvo en su sitio y nos defendió a todos, a la manera de su admirada Margaret Thatcher, acusando a "Puchmón, Junqueras (pronunciado con jota) y Forradell" (¡con tres pares!, fonéticos) de dividir a los catalanes, como después añadieron también, con palabra alta y clara, el excandidato Borrell de otros tiempos, el excalcalde Albiol de hoy, y otros, como los guapos y alegres Albert e Inés, comenta la cuñada del dentista.
¿Pero no decían que el marido de la Preysley era Premio Nobel de Literatura? ¡Esto es lo que siempre suelta mi madre a sus novios ignorantes!, bromea la hija de la bibliotecaria.
Un respeto, niña, un respeto. Ahora tiene los dos Premios, como explicó el señor que se había equivocado al presentarlo en la tarima, ¡porque ahora Cataluña (dijo, ¡con dos pares!) le otorgaba también el Premio Nobel de la Paz!, replica la cuñada del dentista.
La parodia de los nombres fue de lo más divertido. Sin olvidar el melodioso: "¡Puigdemont, a prisión!", que muchos cantaron en la manifestación cuando pasaron por delante de la antigua y famosa comisaría central de la Vía Layetana, exigencia que, por cierto, ya se tendría que haber cumplido días atrás, comenta la fiscal del barrio, que no es fiscal, sino vecina que fiscaliza en el bar.
¡Menos mal que era una manifestación pacífica!, exclama la sobrina de la peluquera.
Multitudinaria, y no tumultuaria como otras, replica la cuñada del dentista.
¿Qué ocurre, qué pasa?, pregunta un turista de Islandia.
Las palabras, que no funcionan, chirrían al oído y no vaticinan nada bueno, contesta el politólogo.
Todo en ti fue naufragio, recita el poeta romántico del barrio.
¡Esto no ocurre con las cartas del tarot, vengan a mi consultorio y verán un rayo de sol!, recomienda la vidente.
¡Ya fui una vez, y heme aquí todavía, en las tinieblas del paro!, responde el humorista del barrio.
¡Porque aún me debe la consulta!, contesta la vidente.
¡Aquí no se fía!, grita la dueña del bar, riendo.



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