viernes, 5 de mayo de 2017

¿8.000?

¿No serán pocas 8.000 urnas para ir a votar?, pregunta la hermana del informático.
¿8.000? Con una tendrán más que suficiente para no-votar, contesta la cuñada del dentista.
Si cierran las puertas de los colegios electorales, votaremos en la calle, dice la sobrina de la peluquera.
En la calle tampoco les dejarán, replica la fiscal del barrio, que no es fiscal, sino vecina que fiscaliza, apunta la dueña del bar, por si acaso...
¿Quemarán las urnas?, pregunta la nieta del anarquista.
No te pongas estupenda, niña, que hay otros métodos, advierte la fiscal del barrio.
¿Ni un cromo de Messi podremos introducir en la urna?, pregunta el humorista.
Si mi madre va con su último novio, culturista, seguro que vota, apunta la hija de la bibliotecaria.
¡Cuidado, que esto puede ser apología de la violencia!, advierte el politólogo del barrio.
Al final, con tantas amenazas, no podremos ni hablar, se queja el poeta romántico.
De eso se trata, a callar, como antes, y, circulen, quédense en casa, ¡que la calle es mía!, advertía un ministro del Interior, recuerda la vidente del barrio.
Ah, bueno, si es así..., resume la dueña del bar.
¡De bueno, nada, que la voluntad de votar, la voluntad democrática no puede ser torcida por nadie!, exclama la nieta del anarquista.
Eso lo dirás tú, que sólo escuchabas a tu abuelo y así te va, soltera y sin novio, opina la cuñada del dentista.
¡Mejor soltera y libre, que mal casada y facha!, replica la nieta del anarquista.
Bueno, bueno, que haya paz, que yo trabajo, pago mis impuestos y no quiero líos con los clientes, advierte la dueña del bar.
Los líos serios vienen de arriba, de la intolerancia de arriba, y no de aquí, del bar, explica la vidente.
Gracias, ¡marchando otro de tortilla a la francesa!, anuncia la dueña del bar. 

1 comentario:

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.