Cuenta
la leyenda que en aquel pueblo no estaba permitido que nadie se
separara ni se divorciara, bajo ningún concepto. Había que
preservar la unidad familiar por encima de todo.
De
tal manera que, cuando algo, una palabra, un gesto o un comentario,
amenazaba la unión matrimonial o familiar, el sospechosos, el
causante del conflicto, era perseguido, detenido y amordazado.
Expuesto al día siguiente en la plaza pública, eran serrados sus
miembros uno a uno, ante el entusiasmo general estimulado por
altavoces. Luego, mostrando los miembros sangrantes al público, un
grupo de encapuchados cosían con hilo de esparto los pedazos, que
aún se estremecían en sus manos.
Una
vez cosidos los pedazos, el cuerpo era introducido a golpes en un
saco. Los sacos debían ser de un material transparente para que se
pudiera contemplar el cosido ejemplar, humillante, de los miembros,
el cuerpo reconstruido que, al anochecer, sería arrojado por un
acantilado entre gritos y ¡vivas! a la unidad familiar de todo un
pueblo.
Evolucionamos o mermamos, CUENTA LA LEYENDA...
ResponderEliminarRamon Bosch Boada: quin espant !
ResponderEliminarMontse Galera: Coi!
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