Hoy,
al venir para acá, he leído un graffiti, dice la hermana del
informático:
Uno:
No soy españolista, pero Cataluña es España.
Dos: No soy catalanista, pero Catalunya es Catalunya.
Tres: ¿Quién soy?
Dos: No soy catalanista, pero Catalunya es Catalunya.
Tres: ¿Quién soy?
Empate
y enigma, indica el politólogo.
Así
no queda resuelto el interrogante, el enigma, ignoramos la respuesta,
el resultado, apunta la sobrina de la peluquera.
¡Otra vez con el referéndum, pareces el exjuez, exsenador y exconstitucionalista dando clases de espionaje por los pueblos!, replica el humorista del barrio.
¡Otra vez con el referéndum, pareces el exjuez, exsenador y exconstitucionalista dando clases de espionaje por los pueblos!, replica el humorista del barrio.
Un
graffiti enigmático, como los poemas que mi madre recibía por
correo, indica la hija de la bibliotecaria.
Sería
un vecino enamorado, apunta la vidente del barrio.
O un seductor gongorino, señala el poeta romántico.
O un seductor gongorino, señala el poeta romántico.
La
expresión “¡cony de temps!” es más musical que “¡coño de
tiempo!”, me aseguraba el otro día un cantante de rumbas, explica
la nieta del anarquista.
A
mí me gusta más: "Todo en ti fue naufragio", de Neruda, cantado por
Paco Ibáñez, indica la librera del barriio.
¡No
me hable de este anticapitalista del desacato, que mi hija, antes de
ser esposa y madre, coleccionaba todos sus discos!, exclama la fiscal
del barrio.
Ah,
si yo le contara, ¡marchando una de patatas bravas!, dice la dueña
del bar.
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