LA MUERTE TIENE UN PRECIO

Dicen que en Barcelona es más caro morir que nacer. Supongo que habrá otras ciudades tan modernas y civilizadas como Barcelona en donde ocurra lo mismo: que es más caro desaparecer en la ciudad (morir), que aparecer en ella (nacer). Esto es algo que también debería advertirse a los turistas, ya que, los pobres, ignoran que viviendo tan a tope las noches barcelonesas, puede venir la muerte y encarecer las vacaciones con el catálogo de pompas fúnebres.

La siguiente frase publicitaria nos recomienda que reciclemos: “Reciclar es una tarea diaria que deberíamos hacer todos los habitantes del planeta por el bien futuro de la tierra”.

De ahí que formulemos una modesta propuesta: al lado de los contenedores para reciclar papeles, cartonaje, vidrio, latas, plástico, tetrabriks, ropa, zapatos y demás, proponemos un nuevo contenedor para reciclar cadáveres.

El servicio de recogida de los cadáveres y otros residuos habría de ser muy riguroso y a diario, como ya se hace habitualmente con las bolsas de la basura hogareña.

Si a alguien le molesta esta sencilla propuesta, lean, en cuanto puedan, la que propone Jonathan Swift para acabar con el hambre (una humilde propuesta no apta para todos los lectores).