Buen
artículo de Jordi Nieva (elperiodico.com), catedrático de Derecho Procesal, sobre el
contenido primitivo, religioso (para los creyentes) y primitivo,
supersticioso (para los no creyentes) del juramento y la promesa en
política, unas "antiguallas absurdas", como se dice en el
artículo, comenta el politólogo del barrio .
Lo que cuenta es el
día a día de la política (y de la vida), los hechos y no los
juramentos y promesas que no se cumplen jamás, dice la sobrina de la
peluquera.
Pero muchos son los conservadores (y algunos
progresistas antiguos, anquilosados) que se rasgan las vestiduras al
ver que se resquebraja la unidad de pensamiento, dice la hija de la
bibliotecaria
Querrás decir la falsa unidad mental, política,
religiosa y económica de este país, que se resiste a ser un Estado
definitivamente moderno, donde convivan libre y respetuosamente las
distintas lenguas y culturas, dice la nieta del anarquista.
¿Sin
que una esté por encima de la otra?, pregunta la dueña del bar.
Por
favor, señora, que hay una que es nacional o supranacional, si
quieren, advierte la fiscal del barrio.
Exacto, y esto no debe
entrar en discusión, nunca, confirma la cuñada del dentista.
Lo
que decíamos, mentalidad única y unitaria, antigua, la "¡democracia
es lo que yo diga!" , como dice el chiste de Chumy Chúmez, con
miedo al cambio y que "¡inventen ellos!", como exclamaban
los tradicionalistas del siglo pasado, indica el poeta romántico.
En
definitiva, que nada se mueva y volvamos al humor cruel, cainita, de
los falsos juramentos y promesas, dice el humorista del
barrio.
Flores de boda, promesas de trabajo, juramentos políticos y religiosos, todo acaba en la papelera,
dice la dueña del bar.
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