DEL TAM-TAM MÁGICO AL BUM-BUM ZOMBI DE NOCHEVIEJA

Toda la noche con el bum-bum discotequero de un bar del Barrio Gótico (Barcelona), que no está insonorizado, no tiene permiso para el bum-bum y bajan la puerta o persiana metálica para no ser vistos en la noche de los muertos vivientes, saltando como canguros de Nochevieja o como zánganos de verbena, pascua y fin de año. ¡Pero si se oye el bum-bum por toda la calle y retumba de piso en piso! A las siete de la mañana han salido los zombis en grupo o manada, con los ojos desorbitados, momento que ha aprovechado el poeta romántico del barrio para escribir un cuento breve (basado en el Diccionario de la Real Academia Española):

ZOMBI (Voz, de or. africano occid.) 
1. Persona que se supone muerta y que ha sido reanimada por arte de brujería durante un baile de Nochevieja, en un bar, con el fin de dominar su voluntad y que vuelva al bar a tomar tapas de ceniza de cadáveres de poetas y otros insomnes.
2. adj. Atontado, que se comporta como un autómata, pero que es una persona normal y corriente que hace el zombi en Nochevieja y otras fiestas de guardar. 
Se recomienda hacer el zombi en bosques y selvas, donde el tam-tam de los indígenas tiene un sentido mágico, religioso, y no resuena en los pisos como el bum-bum de de los civilizados occidentales, primitivos que no creen en nada que no sea el dinero del bum-bum-bom-bom-bombolla de la construcción de la tontería humana, e ingreso en Caja.

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¡Vaya cuento más deprimente!, exclama la dueña del bar.
Nadie sonreía como mi abuelo cuando explicaba un cuento, comenta la nieta del anarquista.
¡Zombis, poetas y cuentistas, mala fama!, advierte la cuñada del dentista.
¿También su cuñado explica cuentos  a sus clientes?, pregunta la sobrina de la peluquera.
¡Que se lo digan a mi madre!, con la cantidad de poetas y cuentistas que le han soplado obscenidades a la oreja, ¡peor que zombis!, exclama la hija de la bibliotecaria.
¡No será para tanto!, que es misión del poeta sublimar los bajos instintos, ¡esos monstruos!, responde el poeta romántico.
Interviene el politólogo y dice: Declaro inútil y perniciosa la poesía, como advertía Platón.
Pues mi hermano escribe poemas y panfletos en su blog, comenta la hermana del informático.
¡Siempre habrá un espíritu enamoradizo que lea un poema o un cuento de zombis, y vaya al Circo por Navidad!, exclama el humorista del barrio, que estos días trabaja en el Gran Circo Universal.